Esta es la historia de una princesa a la que le esperaba un famoso día llamado el día de la elección. En los predios de un hermoso castillo, el cual ella sólo podía ver de lejos la princesa caminaba por un inmenso jardín acompañada por un mayordomo. De pronto delante de ella había muchos príncipes, cada uno de ellos llevaba un cofre en sus manos en espera de que en uno de esos cofres la princesa depositara su corazón. Era un día difícil para la princesa y tenia que ser muy cuidadosa pues su elección fuera acertada o no la acompañaría para toda la vida. Le tocaba elegir entre aquellos príncipes que hasta ese día eran totalmente desconocidos y tal vez si en algún momento se había encontrado con uno de ellos no le había prestado la atención que le obligaba tener en ese día. Ella sabia que debía de elegir a uno de ellos y este sería con quien viviría en aquel castillo al que sólo había podido ver por fuera pero en el que se le había prometido que seria muy feliz, pues en el estaba guardado su sueño más anhelado. Cada uno de estos príncipes buscaba impresionarla, sin embargo, en ninguno de ellos tuvo la confianza de depositar su corazón.

Al mirar a los lejos casi a la puerta del castillo vio a un príncipe y para su sorpresa su corazón comenzó a latir apresuradamente ni siquiera había escuchando los ofrecimientos del príncipe y ya sabia que era en su cofre donde ella debía de depositar su corazón. Sin embargo, era extraño aquel sentimiento y ella no entendía porque sentía lo que sentía. Un sentimiento que jamás había experimentado dentro de si; un sentimiento tan maravilloso y tan extraño a la vez que no conseguía las palabras que lo pudieran explicar. Comenzó a observarlo y a acercarse a Él y para su sorpresa descubrió que aquel príncipe no tenía un cofre en sus manos y le preguntó al mayordomo el porqué. A lo que el mayordomo le contestó: “lo ha dejado a su lado y ha cerrado su corazón, pero si tu corazón dispusiese querer elegirle a Él, deberás tu tomar el cofre y esperar a que sea el quien deposite en tu cofre su corazón… deberás esperar a que sea el quien te elija a ti. Tras la respuesta del mayordomo la princesa no dijo más, sólo se sentó en el suelo y en un papel blanco comenzó a escribir con devoción un poema dictado por su propio corazón el cual decía:”Si me eliges yo cuidare de tu corazón, no te haré falsas promesas ni te causaré dolor; Sólo intentaré que tu corazón y el mió miren a una misma dirección y esperare con ansias que llegue para ti el día de la elección”…

Esta historia todavía no ha llegado a su final pues la princesa aun espera el día de la elección sin renunciar, confiada en que un día el príncipe llegará y ya no será un cuento de hadas más si una hermosa realidad y el amor llegara a ser tan grande que sus corazones estarán unidos por toda la eternidad.