Es cuestionante como se ignora y menosprecia el acto de amor más grande vivido por el único ser que en realidad ama a la humanidad, dio su vida por los pecados de los mortales. Ese acto de amor, valor y obediencia siendo él una persona Santa sin mancha sin razón alguna de pagar esta implacable sensación que nuestras actitudes son las responsables del enorme peso sobre los hombros del salvador, pero aún así en su humildad acepta ese cruel sufrimiento, de morir en un madero y volver así con amor, a través de algo extremo de dolor, su total rendición ante la voluntad de su Padre con el único propósito de ser sacrificio por la raza humana , se desmerita ese precio que tuvo que pagar , no se tiene un grado de sensibilidad ya que en el duro corazón de humanos , no se permite ir más allá de lo que superficialmente podemos percibir, y nos limitamos a que algunas personas piensen por los demás, permitiendo de esta manera que roben nuestra capacidad de decidir por propia convicción ¿es necesario hacer tanto esfuerzo para entender que debemos quitarnos ese velo que nos hace ciegos de entendimiento dejándolo entenebrecido ? ¿No basta con esa demostración de amor? “En realidad nos tomamos todo muy informalmente” ¡murió por nuestros pecados! y gracias a esa suave sangre derramada por sus llagas que lentamente escurrían por su cuerpo ocasionando un profundo dolor que desgarraba cada parte de su cuerpo hasta la totalidad destrucción física, gracias a esa gota que caía en nuestras vidas limpiando, borrando y renovando las manchas de pecado, destrucción y condenación que deterioraban y podrían velozmente nuestro espíritu.
Pero es difícil hacer entrar en razón a las personas ¿es necesario tener que ver todo para poder creerlo? O quizá reflexionar mientras el instante de las escenas fuertes en las que conmovían nuestros sentimientos haciéndonos rodar lágrimas por el rostro que expresaban dolor y tristeza pero en realidad cuando salimos de aquella sala donde todo era una sencilla película, interpretada por nuestro limitado ojo, y nos enfrentamos de nuevo al mundo donde se continúan presentando las mismas debilidades carnales, es ahí donde se nos olvida ese dolor que sentía Él en el momento de cada latigazo, burla, humillación; se nos olvida el amor incondicional hacia él que le prometimos en algún momento, ¿pero será que nos dejamos mover por simples emociones, y en realidad no sentimos nada de lo que decimos? simplemente es entrar a reflexionar de una forma menos fantasiosa, despertar y ver la realidad de los hechos. La realidad de aquellas doce horas que serían las más dolorosas para Jesucristo pero que son las únicas dignas y capaces de salvar a la humanidad entera, Él único capaz de dar la vida por nosotros, y las únicas doce horas llenas de dolor con un final triunfante.
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