Al llegar al puente se dispuso a cruzar al otro lado.
Arrancó el motor de su vieja furgoneta y lentamente fue recorriendo los escasos 100 metros que dividen las partes musulmana y serbia de Mitrovica bajo los incrédulos ojos de los soldados franceses de la KFOR. Una vez llegado al lado serbio , Bajram descendió de su vehículo y extendió una manta en el suelo donde colocó unas pequeñas alfombras de bellos colores tejidas a mano, y con la mejor de sus sonrisas ofreció la mercancía a sus vecinos, como tantos años habían hecho los artesanos de su familia.
Texto agregado el 02-06-2008, y leído por 154
visitantes. (7 votos)