A Romina Carrara

Cuando pienso en lo que me costó desatar el nudo de mi venda. Ya para el final comenzó algo de nuevo y las formas mutaron convirtiéndose en sensaciones que creí perdidas. Me arrebataron mi esencia mientras le cantaba nostálgica a las heridas de mi cuerpo. Fue suficiente por este día, y todavía me quedo corta para el resto de la vida. Con tan solo esa pequeña gotita que deshizo lo oscuro y humillante de la realidad, con tan solo el deseo de poder volar, fui capaz de enfrentar millones de cosas más de las que no hubiese comprendido tiempo atrás. Y en ese entonces, en ese momento, como tierra húmeda cubriendo mis ojos, cesé de llorar y limpié las ventanas de este lugar. Pero por acá pasó alguien que no supo entender ni quiso aprovechar, y yo me arrastro sobre las huellas de sus pasos que me guían a un pasado arrinconado. Entro lentamente y susurro algunas palabras hendidas, transgredo su privacidad y corro unos pasos hasta encontrar en el suelo una venda perdida.