Y finalmente cayó, tras una medianamente larga vida, aquél que de si mismo todo entregó. Cayó de golpe, malherido, y sin cura o cuidados que evitaran su caída. Sirvió en todos los frentes donde su deseo de batalla y su nacionalismo férreo fue requerido, y contó en su piel tantas heridas de bala como de puñal como quien cuenta cabellos en una frondosa peluca.

Aprendió a resistir de pié los embates, mas también se preguntó por qué debía resistir sólo él, a diferencia del resto del mundo. Recibió disparos de frente como por la espalda, inclusive de sus propios compañeros. Fue célebre líder y a la vez insigne soldado y seguidor, y en el campo de batalla o en las mesas directivas y académicas fue también eximio combatidor.

Pero como todo mortal, su caída fue inminente. Resistió lo más que pudo, mas finalmente su resistencia tuvo que ceder. Sus minutos en este mundo cesaron junto con la última imagen que sus ojos hayan podido llegar a ver.

En las tierras del descanso, sólo los nuevos conscriptos y soldados acompañaban su despedida final. La orquesta armada interpretó magistralmente -dentro de la amargura de su tonar- la marcha fúnebre, mientras veían en su ataúd sus restos pasar. Dos carriles de soldados y autoridades observaron en sonoro silencio sepulcral el paso del caído en sus funciones, y vieron en su lento avanzar el término de los años de un compañero con el que tantas experiencias compartieron.

Más atrás, tres líneas de conscriptos sostenían a su lado sus respectivos fusiles, esperando una señal. Desde lo lejos, desde aquel destino final que aguardaba ya a su futuro habitante, tres notas musicales emprendieron rumbo desde la trompeta oficial, enviando aquel aviso de lo que habría de iniciar.

Bangggggg... - sonó el primer disparo, en el aire y en los corazones de los presentes. El sonido llamó la atención de otros visitantes del lugar que sintieron un "ya termina" resonar en sus mentes, y se acercaron al sepulcro del fallecido soldado. Otra vez emergió la melodía.

BANG!!!... resonó como un trueno el segundo disparo al cielo, y más visitantes y vecinos se acercaron al lugar. "Ya casi es hora", sintieron en sus corazones los visitantes, amigos, y espectadores en general. En los ojos de algunos, por algún motivo desconocido, lágrimas comenzaron a brotar. La última tonada volvió a interpretarse.

Banggggggg... - y el último disparo se terminó con un profundo silencio, mientras el sonido se desvanecía poco a poco en el aire, y de los ojos de quienes acompañaban la despedida final comenzaba a precipitar una suave tormenta, que poco a poco se iba extendiendo entre quienes ahora acompañaban este momento final.

Dentro de su último hogar de pulida madera, algo que nadie jamás sabría ocurrió: los labios de quien ahora partiría, sonrieron por vez final.

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Días más adelante, un joven soldado obtenía su nuevo grado de Capitán. En sus manos era depositado el sable de quien hubiera transitado una senda muy similar a la suya. Al prenderlo de su cinto. el joven soldado sintió como una parte de su corazón se estremecía, y cambiaba. El sable le había susurrado, a su alma, toda la experiencia de su antecesor, especialmente relacionado a la manera en que debía confrontar las cosas, y de quienes se debía cuidar.