Que niña, que ingenua que inocente ilusión que me hizo creer en las hadas los duendes y el Amor. Lo alcancé, lo toqué y nos fundimos en abrazos de pasión pero olvidé que era una niña y él era un dragón. El fuego quema, igual que abrasa el sol solo quedan mis alas rotas, guardadas en un cajón por niña, por ingenua por una inocente ilusión.
Texto agregado el 31-05-2008, y leído por 202 visitantes. (6 votos)