Me despierto en medio de la noche
aturdida y agitada
con los ojos abiertos a la nada
distinguiendo en la penumbra de los sueños
si eras tú quien me miraba.

Entonces,
me levanto de la cama,
a penar por esta sala,
como alma muerta en la mar
sin soles, sin tumba, sin casa...
y arrastro mis frazadas a una silla,
que me recuerde la labor vigilante,
de estar para los que me aman
como los faros desde la orilla...