La pasión empuja
y pone mordaza
al corazón.
Rige sobre la piel
y derrite
el amor propio.
Las lágrimas
que brotan
por el abandono
son llanto viejo
escondido en la memoria
desde antes de nacer.
El ser vivo
que vemos cerca
y no tenemos
es el trampolín necesario
a la extracción
de viejos ayeres
que luchan
por darse a conocer.
Quien cae de rodillas
implorando amor
no ama.
Se autoinfiere
castigo con el otro
y salda viejas deudas.