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Inicio / Cuenteros Locales / Onanista_por_palabras / Lo que digo va a misa.

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Las iglesias cada vez están más vacías, pero últimamente te quieres poner en forma y te vas a correr por lo que llaman “la ruta del colesterol”. Allí te encuentras con una procesión de penitentes, andando o corriendo, enrojecidos como tú que pegan bocanadas de aire como si estuvieran susurrando un padrenuestro en la agonía.
Dos meses... No, hace tres meses desde que te compraste un chándal y unas zapatillas. Tu familia cuando te vio vestido de aquella manera tan deportiva se echó a reír sin ninguna piedad, y aunque hiciste como si te diera igual, en realidad te molestó mucho. Les tenías que demostrar tu voluntad de hierro cuando te lo proponías. Y lo estás consiguiendo, hace tres meses que no fayas ni un día. Bueno, hubo dos días que lo pasaste fatal por las agujetas y otro por una sobrecarga en los gemelos, pero igualmente te bajaste a la calle y te sentaste en un banco, luego mojaste la camiseta en una fuente y llegaste a casa como si no tuvieses aliento, aunque tu hijo de nueve años comentó que no te habías puesto rojo como otros días... No, en realidad no un tienes hijo, tienes una hija de dieciséis años que no te dice nada porque hace tiempo que no repara demasiado en ti.
Lo que viene ocurriendo desde hace un par de semanas es que siempre coincides a la misma hora con un tío calvo que se sujeta el sudor con una cinta roja de pelo... Creo que esta visión es demasiado ridícula, no era calvo, era un tío con mucho pelo y muy rizado, pero si que llevaba una cinta para sujetarse el pelo y su look recordaba al del McEnroe que ganó el primer Wimbledon. Sería su imagen un poco freaky la que hizo que te fijaras en él, te parecía un poco ridículo y eso te generaba morbo. El caso es que él se debió fijar en ti, no sabes muy bien por qué, pero era evidente que te reconocía cuando coincidíais. Lo notabas cuando te miraba al adelantarme con ese estilo tan maratoniano... No, no, tenía un estilo amanerado, corría con la mano en la que sujetaba su mp3 levantada, el pecho casi iba por delante de su cabeza y abría los pies hacia el exterior al terminar la zancada, te parecía que hubiese visto a alguien y corriese a su encuentro. La experiencia te ha enseñado que no hace falta que alguien haga algo para que te caiga antipático, esto te parece tan legítimo como la amabilidad no argumentada que indiscriminadamente practican otras personas. Y en cualquier caso, no te hacía ninguna gracia que siempre te adelantara a la misma hora y casi en el mismo sitio. Una humillación que debías resolver preparándote mejor. Te apuntaste a un gimnasio... No, te apuntaste a dos medio maratones para empezar, luego hiciste tú primera subida al Peñagolosa: 65 km. en 10:35 no estaba nada mal. Cada vez te encontrabas mejor preparado físicamente y cada vez le costaba más a tu rival cogerte y sobrepasarte, porque en ese tiempo se ha convertido en tu rival... No, no le cuesta adelantarte porque llevas un ritmo más lento del que podrías llevar, quieres sorprenderle el día que decidas demostrarle que eres mejor que él. Estabas más delgado, te sentías mucho mejor físicamente, piensas que podrías ganar corriendo a casi todos los que te encuentras cuando rodeas al trote el auditorio, pero ese día lo estás esperando a él que ha estado humillándote con su ridículo galope durante tres meses... No, son seis meses, creo que es un tiempo más razonable para esta catarsis. Tu rival aparece al fondo, lo ves al hacer un giro y esperas con ansiedad que se ponga a tu lado, cuando está casi paralelo a ti: empiezas a apretar el paso. No sabes si le has sorprendido, pero casi inmediatamente él también empieza apretar, también empieza a llover, ya había avisado algún trueno, vais codo con codo y cada vez más fuerte como la lluvia que se convierte en granizo y se hace insoportable. Además, perece que lo ha hecho apropósito, el freaky hace que tropieza y de un codazo te envía a pasar por encima de un charco, lo superas como puedes, pero entre las zapatillas mojadas, tu ansiedad que ha hecho que te canses demasiado pronto y el granizo, te paras agotado... No, no graniza, pero llueve mucho y parado piensas que en el tiempo como si fuera un electrodoméstico, te enfadas con la lluvia que te ha obligado detenerte, como si no funcionase la tele y no pudieses ver la final de la Champion league. Y tal vez porque llueve y te enfadas, le pegas una patada a una lata de Cruzcampo con toda la intención de darle en la cabeza al freaky, que es donde le das... No, en la cabeza no, pero si le das en una pierna. Y tal vez porque el pseudo McEnroe también está enfadado, recoge la lata del suelo y te la tira con muy mala intención, él sí te da en la cabeza y después sale corriendo... No, se queda mirando como te dueles del golpe con media sonrisa... Pero en realidad has conseguido esquivar la lata agachándote y con la rabia que te da su intento sales tras él que escapa, y esa rabia hace que le alcances, y con rabia le das una colleja que lo desequilibra dándose de bruces con una farola, rebota, cae al suelo, te tiras sobre él, pero en el forcejeo consigue meterte un dedo en el ojo, mientras te llevas una mano a la cara, también le pegas un rodillazo en las narices, ahora es él quien se lleva una mano a la nariz que le sangra, y con la otra ha conseguido agarrarte de los cojones y te aprieta, cuando te agachas por el dolor te muerde en la cara y te arranca un trozo... No, no... Esto se me va de las manos, no chocó con la farola, seguíais corriendo mientras os ibais dando golpes y recordabais dos cuadrigas de Ben-hur, pero en vez de un circo romano es el Auditorio...No, al final no era un freaky disfrazado de McEnroe con el que te encuentras todos los días, es una chica que te adelanta y te resulta tan atractiva hasta corriendo, que todos los días deseas que llegue el momento en que te adelanta y observar de lejos su culo, y mientras te cuesta seguir su ritmo, la imaginas sudada en la cama, te sientes mal por tu mujer, pero a ti te llevaron al matrimonio por ser educado y no llevar la contraria, y cada vez que encuentras una justificación: te abandonas a la lujuria de tus pensamientos como el que se encuentra con su amante en un hostal. Sigues sintiéndote adúltero concentrado en las caderas de esa mujer, cuando cruzáis la carretera en la avenida Lidón, y oyes los frenos de un coche, entonces dejas de tener visiones eróticas... Pero nunca has corrido, vuelves a casa de misa y tu hijo de nueve años, que ya no es tu hija de dieciséis, deja de jugar con la playstation y te dice que tienes una tripa muy gorda y que deberías ir a correr como el padre de un amigo suyo que es delgado... Menos mal que ni vas a misa, ni vas a tener hijos.

Texto agregado el 30-05-2008, y leído por 775 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
03-05-2009 Besos y un saludo. Me alegra ver que sigues escribiendo. Maider berasa
26-03-2009 Brillante el rulero. Se enrosca y enrosca y nunca parece parar. Me has divertido como pocos en esta página con estas deliciosas cajas chinas. Saludos arqui
13-03-2009 es genial, la de bucles que tiene este cuento, la de olas, te subes en una y cuando crees que es la buena, aparece otra mejor....y ahí cavalgando entre las olas, flipando con tu estilo..miras tus pies, subes la mirada al horizonte y resulta que has acabado en el desierto....me encantó. un abrazico lokuelo entresuelos
01-12-2008 estupendo... un cuento digno de ti...mis estrellas lisinka
23-07-2008 Genial… tu narración nos descoloca y nos regresa a la vez, muy ingenioso con mucho humor. ***** lagunita
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