Cristales en el alma
El orondo paquete de papel marrón entró por la puerta de la mano de su marido y el dolor pulsante de sus manos se hizo presente como un eco sincopado y reflejo de su corazón.
El paquete ganó presencia y, sin pedir permiso ni disculpas, se instaló en el sillón de su salón.
Instantes después dio a luz a tres abrigos que coser y la puntada en su dedo índice cobró protagonismo. La liberación de la visita dio paso a un desperezamiento lento a la par que silencioso que parecía no tener fin. Las visitas se inflaron hasta doblar su volumen aprisionado durante horas, y reclamaron la atención de público y crítica. Miró el reloj de la cocina – las 20:32-, y el cansancio se adueñó de su ánimo maltrecho por el dolor.
Instintivamente y sin dilación se fue al cajón de las medicinas, y a tientas por lo repetitivo del gesto, extrajo un analgésico y se lo enchufó sin preámbulo alguno, con mas fe que esperanza, …..¡Solo estaban a martes!.
Intentó desviar su atención hacía lo mas próximo y momentos después se vio enfrascada en dar de cenar a su familia. Una vez terminada la cena y recogida la mesa se dirigió al fregadero. Las articulaciones de sus manos crujían bajo el agua, ora fría, ora caliente. Los cacharros poco a poco iban resucitando a la vida limpia al mismo tiempo que parecían contribuir a la alimentación de los pequeños cristalitos que vivían en sus articulaciones. -Artritis reumatoide - dijo su médico a modo de sentencia resolutiva de su padecer: - Extraño a su edad señora pero no hay duda alguna, hay pocos casos como estos y lamentablemente este es uno de ellos. Luego las preguntas de rigor en busca de una cura y a continuación muchas buenas palabras, muy medidas todas, que intentaban aplacar la ansiedad desencadenada. – Inyecciones de oro es lo que se recomienda en este caso aunque no sabremos su resultado hasta pasado un tiempo. - ¿Cuánto tiempo? – Tres meses, dependerá de la evolución que vayamos viendo en ese tiempo.
El fin de la lucha con los cacharos llegó a su fin y a modo de relax de manos y espíritu se sentó en el salón a ver la televisión unos instantes. Mientras intentaba relajarse obligaba a su cerebro a “engancharse” a la TV, reprimía el dolor de sus manos que ahora ardían como reacción natural al choque térmico y la fricción del fregado….. y observaba los abrigos de reojillo, acomodados a sus anchas en su salón esperando su atención. Se decía a si misma – Dios mío, a ver si descanso bien y me hace efecto la medicación-
Las manos sobre la mesa, ostensiblemente arqueadas, daban testimonio de su sufrimiento interior, rojas como la sangre e hinchadas como las de un boxeador que ha perdido a los puntos un combate muy reñido. Poco a poco el dolor fue cediendo, dando paso a la típica rigidez de cada noche. Por la mañana sería peor, lo sabía, por experiencia propia y también como parte de la reseña médica con la que su médico la había ilustrado sobradamente.
Antes de acostarse le dio a su hijo pequeño el dinero para el autobús y el comedor del colegio del día siguiente. Rebuscó en su monedero los céntimos que completaban la cantidad y sus manos volvieron a crujir y doler, crujir y doler, crujir y doler hasta que se hicieron con la última moneda.
Ya la casa se disponía a dormir cuando volvió al cajón de las medicinas a por el medicamento que obrara el milagro paliativo del descanso. Otra vez a tientas se enchufó un desinflamatorio y contó los días que le quedaban antes de volver al médico para obtener alguna noticia que alimentase la esperanza de un final satisfactorio: 35.
Tres meses - le dijeron que harían falta para saber si el tratamiento era efectivo. Tres meses – se dijo - e instintivamente calculó que a razón de tres abrigos diarios le quedaban por coser mas de 100 a menos que alguna fiesta de guardar lo impidiera - Ojalá que……. ¡no!-, el dinero hacia falta y no se lo podían permitir….. hay que seguir se repetía y al día siguiente tendría otra cita con tres invitados que le esperaban en el salón y que alimentaban su dolor ..... pero también a su familia….
Dedicado a mi madre, cuya dolencia ya es historia y a la cual nunca le he dicho lo mucho que la quiero...por el esfuerzo, por el sacrificio, por el empeño, por los cristales en el alma …...
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