La belleza se manifiesta de maneras singulares. Dos senos con forma de pera, un montón de hojas secas esparcidas en el asfalto, un “solo” de guitarra de la canción que evoca un momento particular y en retirada en la vida de un individuo X etc. Pero el ente encargado de parir los instantes de belleza ajena no es la percepción, es la circunstancia.
Hoy esta a punto de morir Diego Armando Maradona y, no es que le desee la muerte, creo que por el bien de él y de quienes sentimos simpatía por lo que ha hecho y representa es hora de que abandone este mundo terrenal y se suba al parteón de mitos urbanos que circundan Latinoamérica, el único continente donde un hombre petiso, gordo, iletrado y feo puede convertirse en Dios, el único lugar donde un ex dictador llega a la presidencia por la vía democrática, el único paraje donde es posible que transcurran las historias más bellas que he leído (Sobro Héroes y Tumbas, Gracias por el Fuego, El Río). Por eso agradezco que el destino me halla engendrado en este rincón del mundo.
Pues bien, ahora toda la prensa, en especial la TV, colman los noticiarios, los diarios, los comentarios con demoledores dichos e imágenes de una caricatura inexacta de un hombre inexacto. Es difícil definir a un drogadicto, ya que habría que analizar su vida para encontrar la génesis de su padecimiento, pero hacerlo en el ser que ha generado las mayores felicidades en un pueblo es imposible ¿Cuál sería el marco referencial?… Entonces un gordo cercano a Jabba de Hatt se pasea entre Cuba y los estelares porteños despotricando contra su ex representante, ocupando su tribuna en la bombonera, mirando el patíbulo… esas tristes imágenes de archivo es a donde recurren los sagaces periodistas del mundo.
Y ante esto la otra cara… “Claro, recordemos la otra cara”, dicen los comentaristas futbolísticos agobiados por la información contradictoria que emana desde avenida Puigrredon. ¿Entonces cuál es la otra cara de esa inmundicia, fealdad y desasosiego? La respuesta es simple: Diego frente seis palitroques ingleses, Diego siendo narrado por una voz que llora al presenciar el gol más maravilloso del mundo, Diego vengándose por las Malvinas, Diego siendo feliz, Diego haciendo feliz al argentino pobre, al latinoamericano sin envidia.
Martes 20 de abril de 2004 y acá estoy frente una chica desnuda con senos enormes, pero que hoy no tienen forma de pera… y al mirar la ventana la calle fue barrida, las hojas secas se acumulan en las cunetas… y la emisora que sintonizo a diario no programa la canción que deseo… Hoy la belleza se llama Diego Armando Maradona en un día de junio de 1986 en el estadio Azteca de Ciudad de México eludiendo a una tribu de anglosajones.
Lo más maravilloso de estar vivo es la imposibilidad saber que será lo que mañana cautivara mis ojos y mis sentimientos. Tal vez la mierda, tal vez la muerte, tal vez el teclado del computador. Tal vez en 100 años más la lata de bebida que hoy me tomo será la “fuckin” Gioconda (gracias Luis Alberto Spinetta por la frase). Hoy lo bello nace de la zurda de un pelusa.