Más diáfana que el agua… minutos, horas, días, meses… mucho... quizá demasiado tiempo intentando comprenderlo… esperando.
- Me miras con esos ojos... no puedo evitarlo… lo siento... lo siento tanto…
Corto... retraigo... tomo solo lo que necesito… y cierro… y limpio… y busco… por que todavía me falta… aun esta ahí, aun se siente, o aun no se siente…
Tengo 7 años y el primer día de clase nadie quiere sentarse conmigo, como no se pedirlo y no tengo la fuerza de sentarme sola, lloro y le pido a papa que me lleve a mi casa, ni el ni mama lo entienden... “desde el jardín se queda sola”, “nunca trajo este tipo de problemas”. El principio del fin, de ahí todo es cuesta abajo, ya nunca mas la princesa, ya nunca seré importante, de ahí en adelante, hasta ese día en que todo cambio, iré a segundo plano.
Me miran. Se ríen. Tengo 15 años... y mi diferencia me mata, en un acto desesperado trato de arrancar de mí todo lo diferente, pasare el resto de mi vida arrancando cosas que sobran que se vuelven a pegar.
Nadie lo nota, o eso intento, tengo 20 años y en el afán de pasar desapercibida estoy desaparecida…
Los busque… los encontré... uno a uno… voy a tomar lo que tienen que me falta… y a quitarles ese orgullo que hace años me quitaron… tengo 30 años y me voy a quedar con sus ojos que me miraban desdeñando, sus lenguas viperinas ensuciaban mi percepción de mi misma y me enfermaban…
Tengo 35 años… y de los 28 solo faltabas vos… y lo siento, tanto… tanto…
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