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La mandinguita: Cuenta una leyenda sobre “La mandinguita” también llamada “ojito del diablo”. Una canica de un color negro oscuro profundo casi hipnótico. Dicha bolita pasaba de mano en mano incitando a los niños a pecados primarios como para iniciarlos en la senda del mal como ser la competitividad mal sana -que enseña a pisar cabezas a cualquier costo-, la ambición desmedida -que hace olvidar a los seres queridos-, el egoísmo, etc.
La naturaleza inquieta del objeto hacía que no permanezca mas de dos días en posesión de un niño contaminándolo solo un poco, repartiendo el mal en la mayor cantidad de pequeños en el menor tiempo (el señor de los avernos tiene planes urgentes).
A pesar de esto dicen que “el Turquito”, un niño provinciano, se obsesionó con la esferita diabólica y llegó a obtenerla en varias oportunidades, suministrándose sin saberlo, mas y mas dosis de maldad. Sus picardías y travesuras se transformaron en pura ambición desmedida, hasta que un día entre los días ya siendo mozo, llego al máximo poder de su provincia y más tarde a gobernar una republica.
Dicen algunos allegados que el señor presidente jamás tomaba una decisión si no llevaba consigo su amuleto, una canica negra como la noche.
Cabe aclarar que las juntas militares que gobernaron gran parte de Latinoamérica no necesitaron este objeto. Ellos eran directos enviados del mal.
Cayaipú: Cuyaipú es un duende ladrón y nómade del norte, con particular gusto por el alcohol.
A veces se camuflaba entre la tierra o las rocas a fin de robar algún trago de los que ofrecen los norteños a la Pachamama.
Un día la Madre Tierra se enojó y lo condenó a vagar para que de esta forma deje de robarle sus tragos.
De tanto andar el duende llegó a la gran ciudad camuflándose todo el tiempo para no ser visto. Tenía muchísima sed. Primero deambuló por bares y bodegones de mala muerte tratando de beber los tragos derramados por los borrachos del lugar y juntar las monedas que se le caían y hasta en algunas ocasiones hurguetear robándoles el dinero de los bolsillos, haciendo un bollito cada billete para que quepa en su bolsita.
Estos lugares le parecieron óptimos, eran frecuentes los derrames de bebida y poco creíbles los relatos de borrachines acerca del avistamiento de un duende juntando monedas o chupeteando vino del piso, pero el piso también pertenece a la Madre Tierra, por lo cual Cayaipú tuvo que emigrar nuevamente. Cansado y sediento decidió negociar: Una vez cada siete lunas podía poseer un cuerpo generalmente de algún parroquiano y esto le permitiría comprar vinos, licores o aguardientes.
El duende tenía mil hermanos desparramados también nómades y desterrados por algún castigo, a los cuales dejó de ver cuando era niño. Sabía que igualmente frecuentaban lugares miserables y que la forma de reconocerse era la frase clave: Hermano... ¿sabes como te quiero?
Es por eso que es muy común ver en los bodegones como los concurrentes alcoholizados revuelven sus bolsillos en busca de dinero perdido y -como Cayaipú- se apodera del cuerpo de algún borrachín que desparrama todas sus monedas y billetes arrugados sobre el mostrador al grito paranoico por su dinero mal habido de: ¡¿Mi plata no vale?! O abrazando a alguien formulándole la pregunta clave: Hermano... ¿sabes como te quiero?
La leyenda de la creación: Dios creó primero al mundo, a sus elementos y los dominó a la perfección.
Satisfecho y contento sembró árboles, plantas y puso animales a vagar en perfecta armonía sobre su creación. -¡Yo mío! –exclamo- esto me salió verdaderamente bien y merece ser festejado.
Llamó a unos cuantos ángeles amigotes y organizó un festejo.
Hubo vino escurrido de sus propias uvas cosechadas en su creación y carnes azadas de su ganado. De postre: helado (crema del cielo).
La fiestonga se desarrollo en principio entre risotadas de los ángeles que le festejaban las ocurrencias a Dios -que se encontraba entonado por los tragos y realmente de buen humor-.
Más tarde la cosa se fue desvirtuando a medida que corría el vino. Comenzó una tímida guerra de bolitas de pan que derivó en una batalla donde volaron hasta botellas.
A todo esto dos angeles se peleaban por una apuesta no pagada de una partida de poker.-Que Dios te lo pague!- gritaba uno.
-¡¡¡Bastaaaa!!!, exclamo Dios, ¡vuelen todos!
El ángel Samael quiso levantar vuelo pero cayó a los pocos metros.
Ya solo, Dios miró su creación y pensó:
-Ahora voy a crear un bicho inteligente ¡hip! para que me cuide al mundo ¡beeerp! (los animales se sobresaltaron ante el trueno).
Y así fue nomás, que totalmente borracho creó al hombre y se tiro a descansar.
Después de dormir un rato, unos 40.000 años (los tiempos de Dios no son los nuestros) se despertó con resaca, se lavó la cara y los dientes. Caminó un trecho tomándose la cabeza y recordó su creación.
-¡ah! dijo, voy a ver...
Cuando se asomo sus ojos no podían cree lo que veían.
¡Yo me perdone!, ¡que he hecho!, exclamó.
La capa de ozono estaba agujereada, un humo de smock oscuro envolvía al mundo y animales y plantas estaban siendo desbastados.
Embroncado lloró y hubo inundaciones y demás fenómenos naturales.
Reflexionó varias teorías, pero la que más le cerró fue que solamente borracho pudo crear semejante bicho dañino como el hombre y que de paso el ángel caído Samael, (que había emprendido su propio negocio y ahora se hacia llamar Satán), enojado por ser expulsado de su fiesta, tentó a los hombres con pecados de todo tipo.
Desilusionado Dios arrancó una planta loca y se la fumó. Y fue en ese preciso instante que se le dió por crearnos a los argentinos, pero esa... esa es otra historia.

Texto agregado el 28-05-2008, y leído por 1046 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
08-09-2008 Creo que demoré mucho para encontrar este texto que te ha quedado excelente. El humor y la fina ironía entretejidos de una manera elegante; con algunos minúsculos tintes de mordacidad bien aplicados que hacen del conjunto algo muy digno de leer y seguir disfrutando.*****Afectuosos saludos. sagitarion
27-07-2008 Ja, ja, ja. ¡Ay, cómo me he reído esta mañana! Eres genial y creativo. Noooo, qué va, los militares no necesitan canicas diabólicas para ejecutar a la perfección sus gobiernos. Jjaajajaj. Ésa estuvo buenísima. Y… la de ¿sabes hermano cómo te quiero?, de premio noble. Pero… la de la creación con el resultado final, jajajajjaaj: te van a matar los argentinos. Me encantó tu originalidad, humor y ¿sabes hermano? Naaaa… ¿cómo te quiero?, naaaa; sino, ¡cuánta contenido profundo en cada leyenda! Un abrazo. Sofiama
23-06-2008 Excelentes todas. Y me hizo reír eso de "yo mío" y "yo me perdone" je je...! galadrielle
16-06-2008 Che,no tiene perdón de yo lo que hizo después de la fumata. Excelente. te felicito. carlitoscap
04-06-2008 jajajajaja me gustaron todas, pero en especial me reí con la de la creación. Excelente ese Dios clamando: ¡Yo me perdone! jajaja muy ingenioso y divertido. saludos!***** josef
31-05-2008 Parece ser que los chinos fabricaron varios miles de "ojitos del diablo".¿A que no sabes que pais las importo? miradorlontano
 
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