Las “tribus urbanas” ¿sólo una moda pasajera?

Escribe: borarje


En 1996 el diseñador japonés de videojuegos Satoshi Tajiri dio a conocer lo que años más tarde se convertiría en multimillonaria franquicia: Pokémon.

El objetivo del juego es muy simple: un entrenador debe capturar a todos los Pokémon conocidos para llenar el pokédex, prepararlos física y mentalmente para enfrentarlos a otros entrenadores y así demostrar su fortaleza y convertirse en un Maestro Pokémon. A fin de lograrlo deben derrotar a los líderes de otros gimnasios. Para ello se enfrentan en una lucha Pokémon en la que demuestran sus habilidades especiales.

Cuando cumplió su primera década de vida, el videojuego había alcanzado ventas por 155 millones de copias a un promedio de nueve dólares por copia, lo que representa ingresos por mil 395 millones de dólares. Y sólo hablamos del videojuego, pues son las únicas cifras disponibles. Habría que agregar los ingresos generados por la franquicia para colecciones de ropa, juguetes, marketing, derechos de transmisión de la serie de TV (aparecida a finales de la década de los 90’s del siglo XX), entre muchos otros conceptos. Sin duda, los ingresos para el señor Tajiri y su empresa serán tan espectaculares como la misma serie lo fue.

Haciendo a un lado el tema de las cifras con tantos ceros como pokéballs se lanzan los contrincantes en una gran batalla, el tema que más me interesa es: ¿Qué ha ocurrido con la generación de jóvenes que a sus siete u ocho años de edad crecieron con los personajes Ash Ketshum, Brock, Misty. Pikachu o el Equipo Rocket?

Hoy, aquellos niños tienen entre 16 y 20 años de edad. Se les encuentra con mucha frecuencia en las calles o en las plazas comerciales que han convertido en “su territorio”, están organizados en “tribus urbanas” (emos, darketos, rocker, chavos banda, punks...) y se enfrentan entre sí para disputarse el poder. Al igual que ocurría con los gimnasios del Pokémon, cada “tribu” tiene un “entrenador” o líder; cada “tribu” se identifica por su vestimenta, por su manera de actuar, de hablar... Algunas “tribus” son extremadamente agresivas, otras aplastantemente depresivas, y eso lo valoran, porque son sus “poderes”.

Los psicólogos justifican: “Es que los jóvenes están buscando su identidad, es una manera de expresar sus emociones”. Los jóvenes acusan: “Los adultos no nos quieren, creen que ser punk, darketo, emo... es algo malo, pero ¿Qué tiene de malo?”

Mas en realidad, las “filosofías” de las “tribus urbanas” encierran ideologías muy claras que acaban con la juventud.

“Después de la muerte no hay nada; goza ahora que puedes sentir”. Esta afirmación desencadena en una vida desenfrenada y sin esperanza. Deriva en cuadros depresivos e ideas suicidas, porque lleva a vivir sin sentido, presas de la desilusión y heridos, por eso echan en cara a sus padres el haberles dado la vida. “¿Para qué... Qué caso tiene la vida?”

“Nacimos para el bienestar; se debe hacer lo que nos sienta bien sin preocuparnos de más”. Aquí, los jóvenes tribales tienen cierta razón. El hombre debe buscar el bienestar, pero no el efímero que simplemente lleva a un estado placentero y cómodo. No el placer momentáneo de abandonar los estudios, de no respetar las reglas familiares o sociales, de experimentar los placeres sexuales a corta edad, sin mayor compromiso con las consecuencias, o el uso de drogas sin tomar en cuenta el daño que a la larga producen.

“Cada persona tiene derecho de hacer lo que mejor le parece”. Esta es una idea que lleva al anarquismo. ¿Podríamos imaginar el caos que sería el mundo si todos pensáramos y actuáramos conforme a esta afirmación? Sin leyes civiles, sin reglamentos, sin normas dentro de la familia...

“Somos así porque somos libres”. Nada más falso que esta afirmación. Los integrantes de la “tribu” deben apegarse a las normas de la misma, vestir por imitación como los demás, pintarse las uñas de negro, o los labios, usar determinados accesorios y no pueden transgredir estas reglas, si lo hicieren, serían mal vistos o hasta serían expulsados. Son víctimas del consumismo pues necesitan el teléfono móvil, el mp3, el compact disc que les acompaña en todo momento. Y nada de modelos atrasados, deben lucir lo más reciente de la tecnología.

Es necesario que reflexionemos sobre la conducta de estos jóvenes, porque aquello que aplasta la dignidad de la persona no puede ser aceptado como una verdad para el hombre. Vale la pena reflexionar sobre lo que nuestros niños miran hoy en la TV, en donde dominan las series japonesas del tipo de Pokémon -algunas de corte diabólico-, no sea que el día de mañana se repita la historia y los jóvenes de entonces adopten estilos de vida que aprendieron en su serie favorita, en donde la agresividad es alarmante, en donde se busca imponer el dominio de las fuerza del mal, mientras el creador de los personajes no termina de contar los millones de dólares que su obra le produce.



En Cancún, costa mexicana del Caribe.