CARPE DIEM
Penélope, llego temprano a la cita en un café cercano, dio las excusas correspondientes por llegar retrasada al encuentro. Con ternura la mujer mayor, le dio la bienvenida.
Un café moro y unos pastelillos de zanahoria, especiales para la ocasión…se sentaron en amena tertulia, lo de costumbre el clima, las comidas y sus sabores, los hijos, el trabajo, hasta que llegaron al tema que las convocaba, los amores, pero no cualquiera, en realidad se juntaban para hablar amores clandestinos, los prohibidos esos que dejan de dulce y de agraz en los huesos y en la carne.
Penélope complicada, le hacia jurar antes a Amelia, que debía prometerle silencio eterno, ya que ponía en sus manos su prestigio de buena mujer, casada por las dos leyes como corresponde a una señorita de estos lugares, luego de este sagrado rito, la joven muchacha entrego detalles de su amor, desde hacia un tiempo mantenía una discreta relación, adornada de esos juegos deliciosos que dan vida a la vida, a la rutina estructurada que nos toca repetir.
El pasaba todos los días por mi casa, relataba Penélope, ella lo miraba desde su ventana, he imaginaba su vida a tres casas de la suya, el vivía con su madre, siempre solitario al igual que ella, su marido viajaba constantemente fuera del país y la joven quedaba al cuidado de los niños, cada día esperando que el reapareciera por el portal de su casa, De esto ya había transcurrido un año. Pero un día quiso el destino que la puerta de calle se le atorara, el joven pasaba en esos mismos instantes como suele ocurrir, cuando las puertas del tiempo se entrecruzan, la ayudo amablemente, sonrieron, se despidieron.
Desde ahí, el saludo habitual, respetuoso, sin embargo relataba Penélope, su corazón latía fuertemente al observarlo desde su casa por entre las cortinas, al poco tiempo buscaba la ocasión para encontrárselo ya conocía sus hábitos y horarios, se inicio así una respetuosa amistad, la que valoraba no sin sonrojarse al estar enfrente de el, luego ya se hicieron necesarios los encuentros, el dejaba cada día una rosa a la entrada de su puerta, de esta forma naturalmente el amor les visito. Yo no lo busque, explicaba a Penélope a Amelia, la que la escuchaba sin decir palabras, con la expresión en el rostro de quien lleva mas años en el cuerpo.
¿Y cual es tu problema hoy?, le pregunto Amelia. Mi marido ha regresado, sigo amando a mi esposo, a mis hijos, mi familia, pero no puedo imaginar mi vida sin el brillo, sin el color, que le da a mi vida este amor prohibido. No se que hacer, replico Penélope angustiada frente a su disyuntiva.
Amelia, luego de escuchar a la sonrojada muchacha, le sonrió, la abrazo, y le dijo, solo te puedo dos palabras que aprendí hace mucho, “ carpe diem”, aprovecha tu hoy, no sabes lo que te espera, goza de tu presente a pedacitos, disfruta lo que la vida te ha regalado, no le quites tiempo a tu tiempo, solo…… vívelo.
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