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Silencios
Lo veo envuelto por el humo de su entero cigarrillo, en medio de la solitaria habitación del departamento. Rodeado, se confunde con uno de los nuestros. Creo percibir el aroma del agua de colonia que solía pintar su rostro, luego de afeitarse. Extiendo mi mano y lo atraviesa, eso confirma mis sospechas. Quiero llamar su atención pero, está ensimismado en sus silencios; intento tomar su mano y esta fría, como su mirada. Sus ojos me enfocan, pero no me ven.
¿Porqué esa sensación extraña de inexistencia?
Floto como esas volutas azules en el espacio aéreo de aquel lugar irreconocible por mí. Me mezclo con el blanco humo del cigarrillo a punto de extinguirse y juntos penetramos por entre la ranura de sus párpados.
Lo recorro y no encuentro nada, cavernas y galerías llenas de oscuridad, donde sólo el eco de los silencios se escucha y la tristeza de no hallar alguna referencia de él. Esa clásica cordialidad que lo caracterizaba y el humor divertido de aquellos italianos de Italia ni siquiera su voz, con melodías en tono grave.
Busque por los confines de su cuerpo, con la esperanza de hallar algun resabio de memoria o tal vez alguna sensación, de aquella primera vez, la inolvidable tarde que nos besamos en medio de los jardines del parque; envueltos en perfumes de rosas aromadas. Pero lo único que siento es soledad, y una vaga opresión que en su pecho que se desliza hasta la espalda encorvandola más aún.
Que congoja me da observarlo así, ido de un cuerpo que ame hasta morir. |
Texto agregado el 26-05-2008, y leído por 91
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