Sentí que la lluvia de Mayo se posaba en mi espalda,
Lavando la pesada carga que debo contener,
Arrastrando por el suelo el daño que hice,
Hice mal, pero lo haría otra vez.
Ya no quedan palabras para pedir perdón,
No hay formas de hacerlo ni de entender,
Solo queda esperar al ajustador del pensamiento,
que venga a reparar este entuerto.

La lluvia todo lo empapó,
Dejando limpias mis heridas de Amor,
De batallas y guerras perdidas,
De amores inconclusos, de otras vidas.

Pero siempre queda ese poco de tierra,
Que no se limpia ni se olvida,
que está arraigado en nuestra alma,
y nos hostiga por la vida.