LAS TRES MUJERES DE CRO-MAGNON
(ELOY)

Hace muchos, muchos años atrás vivió en un lugar prehistórico, hoy llamado Valencia, España, una familia compuesta de tres mujeres que venían saliendo recién de la etapa del mono, porque en ese tiempo casi todos eran hombres y mujeres mono. El nombre de esas mujeres era Franmagnon de 5 años, Barmagnon de 16 años y las más madura, la madre, de nombre Osigmagnon, de 38 años recién cumplidos.
Todas eran relativamente altas, por los menos más altas que el resto de las mujeres mono de esa época, debido a una mutación que las benefició; vestían abrigo y calzado de piel y usaban una faja de cuero que las hacía verse muy elegantes y distinguidas, pero su mejor presencia no las había engreído. Eran muy buenas y sencillas con todo el mundo; artistas primitivas, fabricantes de adornos y joyas, que cambiaban (trueque) por alimento a otras hembras y machos monos coquetos y presuntuosos; porque esta familia para comer sí que eran excelentes, salvo Franmagnon que era mala para ingerir alimento, motivo por el cual era muy delgadita. Todo lo de origen animal lo comían bien cocido, porque conocían el fuego. Estas tres mujeres semimono, más evolucionadas que el resto, ya les quedaba poco de mono, salvo las vellosidades en las extremidades y axilas, que se depilaban con una piedra pome y miel de abeja del período cuaternario, que las dejaba sin ningún pelo, mejor que cualquier depilador moderno.
La Franmagnon se entretenía subiéndose a caballo en su megaterio, oso gigante, de unos tres metros de altura, más manso que un perro casero y muy calientito.
Como el animal era muy alto, sacaba gustoso su lengua, donde se subía la niña, y así la colocaba sobre su lomo como en un ascensor. A veces, prefería subir y bajar en el ascensor de lengua horas y horas, para después salir sobre su megaterio a dar una vuelta corta por la selva que era peligrosa, por la gran cantidad de animales salvajes, pero habían hombres monos que vigilaban todo el lugar cercano, a la cueva donde vivian estos habitantes primitivos, hombres monos que hacían las veces de policías y guardianes.
Asímismo Franmagnon se entretenía jugando con otros cromagnones chiquititos de su edad. Jugaban a agarrar una especie de gallina grande de un metro de alto, la que se arrancaba cacareando con un sonido agudo y vibrante. Ganaba el que la tomaba primero. Generalmente ganaba Franmagnon que era más rápida para correr que el resto. Asimismo triunfaba sobre el resto cuando competían quien se subía y bajaba más rápido con un fruto tomado en sus manos que había que sacar de la copa de un árbol muy frondoso, especie hoy desaparecida.
Barmagnon también se entretenía de acuerdo a su edad, yendo a una especie de escuela de arte oral y de aprender haciendo, donde recibían las técnicas heredadas de sus antepasados, y los fines de semana, que eran cada catorce días de nuestra época, según su calendario lunar rudimentario, salía de carrete con otras monas y monos adolescentes, que consistía en beber jugo de coco gigante semifermentado, diluido en agua de vertiente (ella tomaba jugo no fermentado), y en bailar a saltitos, pegándole las mujeres con una rama sagrada en la nunca a los machos, que cantaban guturalmente y llevaban el compás con las palmas, mientras todos danzaban.alegremente. Danza ritual que también se usaba en las fiestas nupciales de poliandria, sociedad matriarcal muy bien organizada y respetada.
Osimagnon por su parte se entretenía haciendo sus adornos y joyas, para el trueque, y los fines de semana se relajaba con la creación de su hermosa pintura rupestre que todavía hoy hay recuerdos en algunas cavernas de España.
A pesar de toda esta alegría de vivir, sentían una nostalgia por visitar a sus parientes lejanos, dejados hace no tanto tiempo al otro lado del océano, cuando ellas en busca de alimento se trasladaron a su pueblo primitivo, hoy llamado Valencia. En vista de lo cual un día cualquiera, estando en primavera y con buen tiempo, contrataron y viajaron en un avión de la época, ave gigante de la especie ardaeopteryn, llevando en un saco de lianas tejidas, alimento suficiente para el trayecto, instalándose en el asiento delantero la Franmagnon, a continuación Barmagnon y por último para cuidarlas mejor Osimagnon..
No habían viajado ni media hora del tiempo actual, cuando todas sintieron hambre, así es que sacaron comida vegetariana del bolso y se alimentaron con muchas ganas, al ave- avión también le dieron comida puesta en la punta de una varilla para poder alcanzar su pico.
Lamentablemente cuando ya estaban por llegar al que ahora lleva por nombre Chile, se largó una tormenta de lluvia, con truenos, relámpagos y granizos, que les golpeaban fuertemente la cabeza, sonándoles el cráneo como cuando alguien golpea un tamborcillo con un madero. Osimagnon la capitana del avión-ave le ordenó a ésta rápidamente que bajara, porque además al pájaro se le estaban mojando las plumas y estaban perdiendo altura por el peso, lo que podría ocasionar un fuerte porrazo con quien sabe que graves consecuencias. Para mala suerte aterrizaron justo al medio de un islote de tierra que separaba a los Tríceratops de los Tyranosaurios, dinosaurios gigantes que se aprestaban a una lucha a muerte, que se sacaba por conclusión por el tremendo ruido infernal que emitían y el temblor de la tierra que producían sus movimientos preparatorios.
Osimagnon ordenó entrar de inmediato a una cueva que milagrosamente había ahí a unos tres metros, donde ingresaron todas, incluida el ave-avión, por una puerta pequeña natural, en la cual por ningún motivo podrían ingresar los dinosaurios por su gran tamaño.
Barmagnon hizo fuego con unas ramas secas que llevaban previniendo una situación semejante, para lo cual golpeó dos piedras que produjeron una chispa que encendió las ramas, a la que le agregaron otras más grandes que Osimagnon se atrevió a salir a buscar, mientras sus dos hijas le rezaban en su idioma al Dios Magnon para que la protegiera, golpeándose la frente con las palmas de las manos, lo que hoy en día algunas sectas lo hacen golpeándose en el pecho.
Estaban en los mejor calentándose cuando se produjo un gran terremoto, causado por los dinosaurios, que justamente estaban peleando a muerte sobre sus cabezas. Cayeron algunas rocas más al fondo de la cueva y el ruido hizo salir de sus escondites a unas inmensas mariposas multicolores y fluorescentes de aproximadamente un metro, de distintos diseños geométricos, otras de tipo impresionista y abstracta. Algunas con diseños como actuales muy espectaculares, que pintores modernos quedarían con la boca abierta. El espectáculo era hermosísimo, como ver fuegos artificiales, en una cantidad impresionante, vuelo que produjo una ráfaga de viento que apagó la llama que habían encendido..Por suerte la pelea de los dinosaurios no duró mucho, y la familia y el ave-avión pudieron salir, viendo afuera un espectáculo aterrorizador, todo lo contrario de su experiencia anterior, visión que es mejor no detallar, quedando claro sí que uno de los bandos liquidó totalmente al otro, habiendo también pérdidas en el bando vencedor. Como el temporal había pasado y las plumas del ave-avión estaban secas, y las tres cromagnonas también, Osimagnon ordenó el zarpe con destino a Valdivia, de Chile, que en ese tiempo tenía por supuesto otro nombre, donde llegaron sin novedad para felicidad de las tres lindas y valientes hembras-semimono y de la Kellymagnon, Carlomagnon, Abuelomagnon y Pazmagnon, que las esperaban con los brazos peludos abiertos, gracias al mensaje gratuíto de humo recibido oportunamente, que era mejor que el Internet actual, siempre que no hubiera temporal, o viento en contra, lo que se equipararía al inconveniente de cuando ahora se corta la electricidad o el correo electrónico se queda pegado. En todo caso lo principal es que estas familias lo pasaron muy, pero muy rebién, hasta cuando las tres hembras-semimono tuvieron que volver a la actual Valencia, con el compromiso de la familia chilena, también semimona, de que en un futuro no muy lejano harían el mismo viaje de visita.