La exacerbación de las nimiedades existencialistas,
los parámetros de la existencia de fantasía
y las fronteras imaginarias decadentes paso a paso
me limitan a pensar que la divinidad me materializa.

El calmar veraniego en una noche aclama la nostalgia,
el encerrarse en un cuarto, frío, blanco y brillante
me limita nuevamente la capacidad del ser,
aunque negro y blanco, espacio y no espacio contrasten...
allí estoy yo.

...Allí estoy yo,
en lo más recóndito del sistema establecido
dando un paso en falso cada vez que piso tierra
y volando inútilmente hacia ningún lado cada vez que puedo hacerlo.

Allí estoy yo,
cargando el pesar del tiempo que no pasa
y de los recuerdos que pasan y se disuelven como magma.
Esperando que el tren me atropelle en las vías alternas;
vías alternas de la imaginación que nunca existe.

Allí existo yo,
donde nazco, crezco y me suicido
donde la vida eyacula efímeros instantes de felicidad,
en donde la muerte cagándose de la risa me observa;
en todos lados, menos en ninguna parte, existo.

Allí me posiciono yo,
en el asiento neutral que no es derecha ni izquierda,
acariciando la vanidad egocentrista de mi fantasía
que espera ser carcomida por lo material
en algún lugar no lejos de aquí...

De aquí me voy,
me voy sin llegar y sin estar,
sin tratar de aparentar lo que no soy, porque no soy nada.
Me miro fríamente en el espejo y digo en mis adentros:
"...puta, que ojeras"