Vacío. Ese momento de tu vida en el que lo sientes todo y, a la vez, no sientes nada. Sólo hay un agujero negro sin fin que absorbe todo tu ser, aunque no te importa y tampoco sabes por qué. ¿Acaso es algo trascendental? Sigues con tu vida cómo si nada hubiese pasado. Sin embargo, se nota que no eres tú... Toda la gente de tu alrededor te lo dice pero, ¿qué más da? Eres incapaz de sentir pena o dolor, melancolía o amor o, simplemente, volver a soñar cómo lo hacías antes. “¿Qué me pasa?”, piensas mientras andas por la calle sin prestar atención en lo demás. No estás seguro pero no te preocupas demasiado por ello. El tiempo pasa y empiezas a agobiarte, a inquietarte y a preguntarte qué ocurre. ¿Sientes algo? No, estás igual que siempre. Te sientas en un lugar solitario y recuerdas todo aquello que te hizo ser lo que era ahora. No consigues averiguar que fue lo que pasó, lo que te indujo a estar así pero ahora no puedes salir. Vuelves a casa y, sin saber por qué, te das cuenta que añoras hechos del pasado, ésos que quieres que regresen aunque ya no pueda ser. En ese instante, el agujero que tanto tiempo llevaba robando sentimientos ha parado. Dejas de estar en esa fase intermedia entre el bien y el mal, el odio y el amor, la muerte y la vida. Ésa en la que los sentimientos son una mentira. Parece que tu alma ha vuelto a ti. ¿Seguro? No, sólo es un principio... |