Anoche tuve un sueño, pero no recuerdo muy bien cómo era, así que voy a contarlo de diferentes maneras, para incluir las posibilidades de error.
Lo que pasa es que soy bruja, entonces estaba en la escuela (no en Howarts por cierto, no voy en una escuela de magia) y un espíritu se acercó a hablarme en el camarín, luego de la clase de judo. Bueno, a mí se me da fácil eso de hablar con los espíritus, y hasta el fantasma estaba extrañado de que mi cara no expresara cierto terror (además que soñando se tiene menos susto que en la vida real). Por supuesto la escuela no era mi escuela, sino una alternativa que mi mente había creado para el sueño del fantasma. Entonces la fantasma me dijo que se sentía muy sola y que quería ser mi amiga, así como en Gasparín, el fantasmita amistoso que quiere ser amigo de todo el mundo. Yo le dije que de acuerdo, y luego me fui a casa a hablar por Skype con mi mamá. Entonces le conté lo sucedido, y me recomendó que tuviera cuidado con el fantasma, porque los espíritus roban la energía. Al día siguiente iba a la escuela nuevamente, y quise ir a mi clase de judo, pero antes debía pasar por el camarín, y no pude evitar al fantasma, así que increpé al espíritu y le pedí que no me absorbiera la energía y que fuera hacia la luz. Ella me dijo que aquella era una mentira, y que nada pasaría, y que no iría hacia la luz sin mí. Entonces supe que era verdad lo que me había dicho mi madre, y que ya era tarde para evitar problemas, así que comencé a hacer un ritual e invocar las fuerzas del bien para que acogieran al espíritu de la chica atrapada en el camarín. Cuando parecía que todo iba a salir bien, desperté.
Como no me acuerdo muy bien cómo se hilaba esto con lo que sigue, voy a contarlo cómo si fuera un final diferente.
El día anterior había encontrado a la fantasmal chica llorosa y con aspecto aterrador (aunque no me aterró en lo absoluto). Ahora se veía contenta, aunque inevitablemente lucía como un cadáver. Cuando hablé con ella, desatendiendo las precauciones de mi madre, me dijo lo contenta que estaba de tener una amiga que la conectara con el sentimiento de estar viva. Mientras hablaba con ella, preguntándole por su vida y su muerte, la gente que me rodeaba me miraba muy extraño, quizás en ese momento sólo yo la veía. De pronto me sentí un poco asustada , y ya no quise ir más a judo, no quise ir nunca más a ese camarín, pretexté que debía irme y me despedí de mi amiga fantasma.
Ella se me apareció luego en el patio y me dijo que me seguiría siempre, que no quería irse al otro lado sin mí. Entonces trataba de explicarle que ella ya se había ido sin mí, cosa que es absurda tomando en cuenta que los fantasmas realmente no conversan, sólo expresan su infinita soledad al perderse en el camino hacia el más allá. En eso se acercaba otra persona hacia mí, un hombre, que súbitamente tomaba un color verde. Yo le decía a la chica muerta que no quería que me hiciera eso, que no quería perder mi energía. Entonces el hombre me decía "hay algo que tú no sabes, yo también soy un fantasma" Entonces yo perdía el sentido de mí misma (había sido absorbida) y me transformaba en una especie de bruja del mal que se dedicaba a entrar en casas a robar comida y hacer destrozos, y la gente no podía hacer nada contra nosotros, porque yo los amenazaba haciendo que los fantasmas hiciesen cosas desagradables (como una especie de nigromante) pero en realidad los fantasmas estaban controlando mi voluntad.
Lo más aterrador de todo no fue el sueño en sí, sino lo que sucedió cuando desperté.
Antes de ir a estudiar, pasé por la casa de mi maestro de espiritismo. Lo encontré con cara de náuseas, un poco verdoso, con una señorita que de pálida y ojerosa asemejaba un cadáver. Le conté mi sueño describiendo al fantasma y lo que me hizo sentir. Me contó entonces que la persona que estaba allí había tenido ese mismo problema, que decidió hablar con un fantasma que aparentaba ser un Gasparín, pero que resultó ser un poltergeist como los hermanos de éste, y que habían pasado la noche tratando de combatirlo. Que en un momento él pensó en pedir mi ayuda, y que seguramente el poltergeist había ido hasta mí para tratar de quitarme la vida. Aunque entre los tres finalmente logramos deshacernos del espíritu, y aunque no soy muy temerosa de este tipo de cosas, no puedo evitar que se me ericen los pelos cuando pienso en el fantasma.
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