De pronto sintió como un fuego en el pecho, la mirada casi nublada, las fuerzas lo abandonaban con una extraña sensación, entonces su cuerpo cayó al suelo pesadamente.
Esa mañana a las 6 como de costumbre Julián salió de su casa rumbo a la oficina, la estación llena de gente, el viaje monótono y cruel, apretujado entre toda esa gente que como él iban a sus cosas, luego el subte, corriendo, evitando punguistas y deleitándose con alguna niña en minifalda.
La oficina hervía esa mañana, varios trabajos se habían complicado y requerían de esfuerzo y trabajo, su jefe lo increpó por algunos supuestos errores cometidos, la secretaria molesta con él por
acciones pasadas que no arribaron a buen puerto, también lo inculpaba, evidenciando despecho más que otra cosa, comenzaron a precipitar los hechos posteriores.
Silvia, la secretaria había por fin aceptado salir con él luego del horario de oficina a tomar algo, hacía tiempo que lo tenía caliente, y ahora se presentaba la oportunidad de encararla, fueron a la confitería próxima a la oficina y en una mesa alejada de las miradas de los parroquianos mantuvieron una conversación animada y larga, todo parecía marchar sobre ruedas, pero algo que Julián no se explicaba, le iba haciendo perder interés en Silvia, al extremo de que de pronto, inventando una excusa se fue invocando una cita que había olvidado.
Desde ese día, la relación laboral con Silvia se hizo increíblemente mala, continuas agresiones por parte de ella, mantenían a Julián en estado extremadamente agitado, de allí los errores que comenzó a cometer.
Fue noticia en todos los noticieros de la mañana, la misteriosa muerte de un hombre con una profunda herida en el pecho, encontrado en la vereda, en las proximidades de su casa