Las nubes recorren la divinidad de lo azuloide diluyéndose con la toxicidad polutiva de nuestros gases.
Sinuosas me excitan, a mí y a los dioses, que degenerando a tonos cada vez mas grises se hacen notar, voceando infinidad de decibelios en su goce, hasta que… pumb! …
…Van y se corren.

El éxtasis divino de natura me cala a quema ropa, pero yo no me cubro, húmeda sonrío y caminando sigo, viento en popa.

Levanto la mirada y el cielo se sonroja…
Ay, si pudiera ser Ícaro y acariciarte libre con mis alas…!
Daría igual entonces lo que el destino me deparara.

Gozarte inmenso.
Sabernos libres.
Quererme pequeña.

Se sonroja, se sonrosa… tanto como el plasmar de un sentir eufórico con una paleta de acuarelas con más de cinco copas, y en silencio, con un gesto entre adoración por la belleza y lo no sabido del firmamento y la sumisión ante una realidad en la que no sé si creo, me detengo y ensimismada pienso.
Pienso que es tan personal el universo que para cada uno de nosotros hay cientos, tan absurda la vida que se nos escapa al entendimiento, tan real lo absurdo que terminamos viviendo atrincherados entre el día a día y nuestros sueños, tan inabarcable todo…tanto, tanto, tanto… que cada día más afianzo mis creencias en que todo esto no es mas que un “show de Truman” inmenso.
Gigantesco.
Dantesco.


…Y me río.