Cap. II Amiga, Amigo
Las cosas se tornaban cada vez más tortuosas, y la soledad me atormentaba demasiado seguido.
La mañana no existía para mi, ya que solía dormirme lo suficientemente tarde como para levantarme al atardecer, ya cuando el sol estaba por ponerse a lo lejos, y la luna asomaba su nariz para iluminar de nuevo mi “día”.
Y la rutina se hizo presente haciéndome marchar mecánicamente al bar que siempre frecuentaba.
Nuestros amigos siempre estaban allí, escuchando música Heavy Metal, y jugando partidos de Pool mientras tomaban sus cervezas Bud. Y fumaban sus cigarrillos baratos…
Ya nada me era igual, las miradas de quienes eran mis “amigos”, parecían burlarse de mi, de mi pena, de mi esclavitud…se burlaban por que quise luchar por un amor imposible…por que ellos siempre supieron la verdad, sabían que quien era mi novio, nunca me amo…y que este amaba a alguien mas…
De un instante a otro, me sentí sola…no había nadie que se preocupara realmente por mi…no…solo mi amado parecía preocuparse por mi, pero solo simulaba y él, ya no estaba a mi lado.
Mire como siempre a la puerta de aquel bar, esperando quién sabe qué, entrar por esa puerta y salvarme de mi soledad….
Pero la única persona que cruzo el umbral era mi amiga…mi única amiga Carla….Una joven bella, de corta estatura y gran paciencia.
Nos conocíamos hace tiempo, dos años aproximadamente, y a pesar de ser opuestas, nos llevábamos a la perfección, nos soportábamos los malhumores, las penas y pasábamos divertidos momentos juntas.
Cuando mi corazón se rompió, fue ella y su novio Juan, quienes me acompañaron en mis largas noches, donde no podía conciliar el sueño de tanto dolor, animándome, haciéndome reír….
Pero yo aun lloraba en mi interior, lagrimas de sangre de un corazón destrozado.
Ella me recomendó trabajar para ocupar mi mente, y así fue como decidí comenzar a hacerlo en dicho bar, atendiendo a los clientes fui por un corto periodo la moza.
Los primeros días eran duros, y la falta de costumbre al movimiento físico complicaba aun más mi humor.
Mientras atendía a los clientes, sirviendo sus cervezas, cafés y pizzas, a cada instante, mi mirada era desviada hacia la puerta, y mi corazón se oprimía al no ver a mi amado cruzar aquel umbral.
Pero el siempre llegaba, después de su trabajo, con paso ligero y regalándome siempre una sonrisa y el beso mas dulce en mi mejilla; como rogando al cielo por mi bienestar, el me miraba con suma ternura. Nunca me amo, eso es seguro…Pero su corazón lleno de bondad aun tenia cariño para mí.
Yo mire mi teléfono celular con atención, eran apenas la medianoche y tenia que trabajar hasta las 4 de la mañana…por lo que un suspiro era inevitable en aquella ocasión.
Trabajaba con alegría, dentro de toda mi pena, por que “él” me había felicitado por mi decisión de trabajar allí…
Y a pesar de que las noches eran largas, yo tenia la amistad de mi amado y la esperanza de que algún día yo volviese a ser feliz en sus brazos, aun que eso no fuese posible.
El tiempo paso lento, y a solo una semana, fue el cumpleaños…de mi amado, de Miguel….el 20 de febrero….
Con los mayores ánimos fui en busca de su regalo la tarde aquella, recorriendo cada local en busca de lo que siempre pensé que le agradaría, una remera de su banda favorita, Rammstein. Camine interminables horas, el día se encontraba nublado, como a mi me agradaba. Seguí caminando con el celular en mano, marcaba un número del cual del otro lado nadie parecía interesado en responder. Miguel cada vez que salía con su novia apagaba su celular, por lo que mi mirada se volvió sombría al notarlo.
Camine por las peatonales de mi ciudad, paseando, y deseando encontrarlo, pero eso nunca sucedió.
Repentinamente un joven capto mi mirada, pero no llegue a distinguirlo, aunque se encontrase a solo unos seis metros de distancia, la multitud que pasaba en cantidad por aquel lugar solo me dejaba ver su atuendo negro y su larga cabellera rubio oscura.
De la nada, él ya no estaba allí.
Yo solo me quede parada en el mismo lugar, sin entender la sensación que atravesó mi cuerpo en aquel instante.
El sonar de mi celular me saco de aquel trance en el que me había sumergido, y mirando la pantalla del mismo, note que era mi compañera de trabajo, llamándome para ir a este.
El regalo fue entregado aquella noche en el bar, sin mayor importancia lo tomo sonriente y lo vi marcharse de allí.
Aquella noche, llore lo suficiente…y mi mente divagaba entre recuerdos del pasado, atormentándome…me decían que nunca regresarían.
El siguiente día de trabajo daba su comienzo, y con lágrimas en los ojos debido a mi malestar, me dispuse a trabajar aunque una enfermedad me había atacado.
Mi padre asistió al bar aquel día, ya que estaba separado de mi madre no lo veía a menudo, pero cuando nos encontrábamos lo hacíamos allí.
Él poseía una imagen fuerte, con su piel morocha casi negra, su alta estatura, y su sobrepeso lo hacían ver importante.
Mi animo no podía dejar de reflejarse en mi opacada mirada, cosa que Miguel nunca dejo de notar, y mientras intentaba trabajar, explote por primera vez, tanto dolor, tanta pena y tantos deseos reprimidos en mi pecho, contra mi pequeña hermanita que termino en el suelo debido a un empujón malhumorado de mi parte.
Los reproches de mi padre no se hicieron esperar y alzando su vos, mis amigos voltearon a ver dicha escena donde mis lágrimas comenzaron a brotar aunque no quisiera. La enfermedad, la soledad, un corazón roto…me habían vuelto más sensible de lo normal.
Arrepentido por lo hecho, mi padre hablo con su amigo, el dueño del bar, para dejarme ir temprano aquel día, y al no ver deseos de marcharme de mi parte, mi padre se marcho con mi hermanita mas malhumorada que yo.
Me senté tras la barra y comencé a llorar desesperada…No entendía nada, “¿Por qué?” era lo que mi mente repetía una y otra vez.
Miguel, pronto acudió a mi y me refugio en sus brazos…como ame aquel momento, en el que me sentía una niña, la niña mas feliz del mundo, pero solo fue un momento, uno muy fugaz, y hubiese deseado que fuera eterno, pero nunca pudo ser.
Mi amado me llevó a mi hogar, y mi madre me recibió con suma preocupación en su mirada, y con disgusto al ver que el hombre que hacia llorar a su hija día y noche, se encontraba en su hogar…
Miguel se quedo conmigo un tiempo, y me recomendó pastillas para dormir debido a mis nervios.
Las tome y me recosté en su pecho. Su corazón latir, solo me hacia pensar que el se sentía culpable y su compañía era compensación a mi dolor, pero yo estaba feliz de todos modos…el me mentía…y yo me mentía…pero en ese momento me daba igual…quería disfrutar lo que seria la ultima vez de oír ese sonido salir de su cuerpo y sentir su calor de tan cerca.
El era mi amigo, el mejor de todos, y uno al que amaba, el era mi ex pareja.
En un momento Miguel alego querer irse, pero yo se lo impedí, le pedí que se quedara conmigo aquella noche, con lágrimas en los ojos. Como si de un chantaje se tratase el solo suspiro y accedió.
Sentir su abrazo aquella noche, me libró por un momento de mi sentimiento de soledad que tanto me atormentaba…y tanto temía…
Tenia una amiga que daba su tiempo y su paciencia por mi, y tenia un amigo, que a pesar de tanto dolor que sentí por el, buscaba verme feliz.
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