A las dos de la tarde comienza el show, el sol del mediodía acentúa el brillo de sus manchas negras (bailan hipnóticas sobre su piel de terciopelo durazno), a esa hora los tiburones almuerzan, las hienas chequean el mail o duermen la mona a la sombra de sus splits. Su vanidad no admite la competencia de otros depredadores, ella nos quiere a todos pendientes del andar (sinuoso) de sus omoplatos y caderas.
No la miro, camuflado detrás de la pantalla (camisa y corbata al tono gris amarillento de la sabana) pero soy un alcornoque fingiendo. Se lame las muñecas, ronronea sonrisas, charla con las otras (se desdibujan ante su brillo felino) o aprovecha para pintarse las garras de rojo (rojo herida incurable)
Si consigo aguantarme algo de tiempo sin mirarla, ella camina en círculos concéntricos alrededor mío (como para demostrarme lo inútil de mi escondite) mi refugio no resistiría la menor de sus embestidas, pero no me ataca.
Quizás no tiene hambre, o quizás esto que escribo le hace gracia a su coquetería. Se me escapa de la página (es inquieta) se va a otros cuentos.
Hace tiempo que la acecho (nada se de sus tardes o sus noches.) las mañanas las pasa en el quinto, es secretaria de un pez gordo (ballena calva que la exhibe como trofeo)
En su terreno es distinta, cuida su cueva con gruñidos (eficientes) y te clava sus pupilas ámbar. Acecha cada milímetro cuadrado de su isla.
Prefiero no imaginar sus noches (sus presas exánimes desangrándose) placer entre sus dientes. Nunca la vi alimentarse pero estoy seguro que no es herbívora. La naturaleza no le regala esos colmillos, (que fingiendo estar distraída, clava en sus labios con feroz delicadeza) a alguien que solo come pan.
Su boca promete el vértigo, la muerte ágil, pero estoy decidido al sacrificio, la supervivencia es tan mediocre ¿Quién será el cazador y quién la presa? Mi única arma es esta pluma, (me gustaría tenerle la fe que le tenían los griegos: más fuerte que una espada) no tengo demasiadas esperanzas, se que le importo poco y su olfato es demasiado agudo para esta pobre página. Haría falta una novela, quizás varias, para conseguir que bajara la guardia en algún párrafo.
Amigos lectores, si mañana no tengo una hermosa piel (animal print) colgando de mis hombros, espero que alguno de ustedes sepa escribir buenos epitafios.
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