Conversación con Juez de la república de Chile.

Me pasa lo mismo. Espasmos, vómitos, mareos, dolor de pecho, puntadas en la boca del estómago. Por ejemplo una vez estaba en clases, bueno cuando eres universitario las clases son tu cotidiano; creo que era algo como Derecho Internacional Público. Me dolía a mares la cabeza, y el profesor si es que si le puedes llamar así, me dijo que me tranquilizara, que dejara de respirar como perrito. Ya veía que la sangre me entraba de una a la cabeza y me la volaba por el aire. No supe que contestarle y traté de calmar mi respiración. Es crudo pensar que hasta los abogados sean unos hijos de putas, tú sabes, por sobre los médicos y los políticos, pero en especial los políticos. Empezó la clases y reinó el silencio, un abogado diría que es una muestra de convencionalismo social o algo por el estilo. No me importa, ahora menos que soy Juez. El profesor, advirtió que esa clase la dedicaríamos al estudio de la soberanía de los países. Concepto, definición, clasificación y discusión doctrinaria. " La soberanía es el poder que tiene un Estado sobre su territorio y que lo habilita para constituirse como Estado de Derecho.". Es lo único que recuerdo de la clase, o mejor dicho lo único que me llamó la atención. ¡¿Cómo puedes decir que la soberanía es tal o cual cosa?!. Absolutismo, compadre. Nada más que esa eso. Entonces yo pregunté si eso afectaba la libertad de las personas. De los nacionales para ser más exactos. El profesor me quedó mirando y me citó miles de disposiciones legales en donde, según él, el legislador reconocía la libertad de la persona, pero en atención a los valores nacionales la restringía. En ese momento se me vino a la cabeza la famosa frase de Lowry ¿Quieren la salvación de México?, ¿Quieren que Jesucristo sea su rey?. Y todos, casi la unísono responden ¡NO!. Bueno la frase no es tan famosa pero sale en “Bajo el Volcán” de Malcom Lowry. Ahora me pregunto si puedes confiar en un borracho empedernido y en un cónsul. Y menos en alguien que a los latinoamericanos consideró como indios. Bueno con esto te quiero decir que la salvación no está en la ley. Sino en nosotros mismo. Sabes que cita Lowry al final del libro. Respondí que no, que nunca lo había leído a Lowry. El juez me miró y me dijo, como si esas palabras fueran suyas. “¿Le gusta este jardín? ¿qué es suyo?, evite que sus hijos los destruyan.

A los tres meses entré formalmente a la facultad de derecho.