Pobreza de espíritu es lo que tengo ahora. Lo material no sobra, pero tampoco falta.
Quiero amor, amor es lo que tengo, pero tan lejos, tan frio que es como si no lo tuviera. Tantos errores que han comenzado matando ese sentimiento tan lindo que nació sin avisar, sin querer que naciera, fue un hijo no deseado, pero aceptado e incluso mimado.
Tan mimado que salió malcriado. Chilló, pataleo y gritó, pero nada pudo hacer para que mejorara. Y se convirtió en un mal amor, un dolor que es como espada en el pecho, un nudo en la garganta que cada vez presiona más. Y aprieta y aprieta hasta que te ahoga.
¡Déjalo! Me dicen algunos, pero no puedo, ya es parte de mi y yo de él. Es mi hijo, nuestro hijo, nació de nosotros dos. Del roce de nuestros labios, de su piel y mi piel, de nuestros cuerpos unido en el cielo terrestre.
Amor que me mata poco a poco y que se suicida, tonto de celos, rencor y venganza.
Alegrías es lo que necesito, alegrías es lo que tengo, pero no las veo. Las tristezas son más fuertes, se anteponen a ellas y van hundiéndome cada vez más. Caigo, caigo en un vacío, porque mi alma es el abismo, ¿Por qué no encuentro algo que la llene? Sí lo tenía, pero lo que me sació, hoy es lo que me vacía cada vez más.
Amigos es lo que necesito, amigos es lo que tengo. Sí, tengo amigos, pero cada vez se van más y pocos son los que me quedan. Los leales, los que me quieren. Alejados pueden estar sí, pero ahí están cuando los necesito. Si, ahí están y debo agradecer por eso.
Ver las cosas es lo que necesito, valorarlas y eso es lo que no hago. Es lo que tengo que aprender. Pobreza de gratitud es lo que afecta. Es lo que tengo que mejorar y desarrollar. Saber ver, a tiempo, cuanto valen las personas, sus actos, sus miradas, sus abrazos, sus palabras. De creer que me quieren y hacérselos saber. De no malograr todo cuando todo está en su cumbre y bajarlo bruscamente, muerto, como nunca quise que estuviera.
Aprender es lo que necesito y aprender es lo que tendré que hacer de ahora en adelante. |