Escuché ladrar a un perro, y pensé,
que ese ladrido tal vez sea un mantra sonoro para hacer descansar la mente.
(lo único que me faltaría es que tenga que ladrar para no volverme loca ¿no?).
Esto será un cuento eximido de retenciones móviles, puesto que una estrella presentada como moneda, de ninguna manera alcanzará para cubrír los gastos que ocacione esta aventura.
De a lo lejos éscucho campanas de una iglesia,
que se fusionan en mí mente, con ladridos,
suplicas, y con rezongos entrecortados,
por el batifondo que hay dentro de mi imaginación.
Pero mi cuerpo, se viste de una energía que emana de ese caudal, de únicos pensamientos que van inventando una solución;
y que emergen como buscando una salida
por adonde poder disolverse, o tal vez
desintegrarse y por ende desaparecer.
A todo esto, me encuentro en casa,
a los pies de la computadora,
dando giros como una bailarina de danza clasica, para así lograr encontrar algo más de legítima creatividad; quiero pensar que,
de adentro de esta imaginación perturbada
por los avatares del destino,
en algún momento no muy lejano, por fín saldrá victoriosa una estrofa aceptable que "justifique" mi tarea de escritora principiante.
Soy periodista, las notícias que ocurren a diario retumban en mi mente, igual que los traumas que estoy padesiendo; esas noticias "son" como una parte mas de mi ser, de mis pensamientos.
Diré que hasta siento culpa,
verguenza por lo que ocurre como sí todo dependiese de mí,
pero no hullan cobardes, sabré perfectamente tomar la debida distancia como para no sentirme Dios; pero es algo que vivencié y lo quería manifestar (omito la palabra expresar pues estoy intendando hablarles como una amiga del alma).
Mi juego consiste en representar que soy una maquina computadora de escribir cuentos,
pero como caresco de estúdios,
se contradice con que no halla un programa acorde,
que por ejemplo disimule los errores.
Tal vez sea una mala elección la imagen que escogí, pero estoy pensando a futuro donde calculo alcanzaré el conocimiento de hacer las cosas bien. pero además necesito justificar el porqué de tanto escribir cuentos del valor de una estrella.
Hace calor en Buenos Aires,
estamos promediando el mas de Mayo,
casi llegando a la fecha patría del Veinticinco,
donde festejaremos un aniversrio más de nuestra independencia del mundo, y hay treinta grados de temperatura.
Sinceramente reprimo decir noticias importantes pues les adjudico el mismo valor que las ideas que rondan por la mente, creando por ello un filtro implacable que solo permite pasar lo indispensable.