Las noches, las tardes o los días de lluvia enfurecen algunas de las almas desiertas de siempre. Acostumbrados a la sequedad de sus vientres imagino que estos baldazos de agua caen como el alud, desbocados y atolondrados por finiquitar el trayecto.
Sin embargo, existen otros entes que se divierten jugando en los charcos húmedos que sus macabras mentes elaboran.
Y así, la ciudad avanza sin pedir permiso, sin reparar en las luces rojas de los semáforos ardientes. Esta es la dilemática que se despierta por las mañanas. Se olvida de quienes faltamos, quién podría recordarnos si ni siquiera reconocemos la existencia.
A falta de sentido común, nadie ni yo, gritará por lo que hemos perdido. Pues, no pesquiso aquello que se supone mio, aquello por lo que es debido vele cada instante.
Me suena a disturbio, a falta de coherencia y decoro de mi parte. De vez en cuando, la pudrición de todos llega a los lugares más recóndidos de nuestros anhelos y caemos inmersos en una suerte de tormenta mimetizadora que consume a nuestro paso cada trozo de lo que alguna vez nos permitió la diferencia...ser seres distintos de otros.

Las noticias dejan sueltas las proyecciones inconscientes de sus creadores. Lo mediático que tiene por excusa atender los deseos de miles de entidades, no son más que una vil e ingeniosa - aunque no tanto, como veremos- mentira. Lo extraño de esto, es que pagamos por ello, no una sino reiteradas veces. Parece que quisiéramos avalar la estupidez. Pero, qué clase de placer puede encontrarse en nuestra constancia endemne, atónitos cadáveres, desdenes inmaculados, tontos regordetes hambrientos de soledades y asesinos de deseos?

La ciudad nos cuenta sobre lo que hemos olvidado y que jamás volveremos a intentar rememorar. No es angustia lo que siento, es ausencia, abulia que solo me despierta por estas temporadas de destierrro. Gran parte de la culpa me pertence y gran parte de ella la maquillo, pero cuánto más podré evitarla?. Dias como hoy la pintura de su rostro se desvanece y queda al desnudo, sucia de mí, me culpa por haberla olvidado.

El amarse es un trabajo más que burdo, es hiriente y desprolijo. Pierdo objetividad en ello. Se carga de mil matices, de mis idas y de mis vueltas. Ya no quiero comprometerme con esto tan oscuro y opacado por mi. Lleva años sepultado allí. Puede entonces que quede inmaculado. No afirmo sea lo correcto, sin embargo puede pasar. Quizás se aparte de la regla, pero a falta de citoarquitectura de las normas implícitas viajantes y desoladas, esbozo entonces mi ley: seré lo que quiero ser, aun si escojo "un tener" que ser.

Por hoy, suficiente. Eso creo.