TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / vepolia / UN TAL FERMIN DURAN

[C:35358]

UN TAL FERMÍN DURÁN

La tarde caía apaciblemente. De repente, una masa gruesa hizo maniobrar bruscamente al conductor, que frenó en seco. Los pasajeros se sobresaltaron, y al asomarse por las ventanillas vieron el rastro húmedo de una sustancia rosada sobre el asfalto. Unos metros más adelante un cuerpo sin vida caía extrañamente contorsionado. Como respuesta inmediata al repentino estallido, la gente que andaba la zona y los alrededores se apresuró en llegar. En segundos cientos de gautomóviles se atollaron a lo largo de todo el puente que daba al oeste. Algunos de los que conducían se bajaron de sus vehículos y corrieron a un lado a ver lo sucedido, provocando sin proponérselo un enorme tapón en la vía. La policía de tránsito, sin embargo, se encaminó inmediatamente y logró abrirse paso doblando en contra vía por la carrera unos cincuenta metros, en busca de uno de los brazos de la avenida por el que tomó la autopista desde el norte; encontrando a su llegada un espeso disco de personas que se había formado alrededor del carromato impactado, y que impedía la circulación de vehículos, esta vez provenientes del centro. Todo era demasiado confuso, incluso para la policía, al punto que ninguno se percató del peso que se acumulaba en el puente por la congestión vehicular, ni del gran peligro que significaba permanecer por tanto tiempo sobre una estructura vieja, construida sin visión y a la que las prolongadas lluvias de verano iban carcomiendo los pilares como bichos pudridores. En cualquier momento podía haberse echado a pique la vetusta y endeble construcción, lo que habría generado una verdadera tragedia, pues a pesar de su corto tramo estaba ubicado encima de una de las autopistas más importantes, justo donde había quedado la carne muerta de Fermín Durán.

Desde el café parque, arriba de la autopista, se podía observar perfectamente el panorama del accidente, aunque luego se fuera volviendo más difícil debido a la turba de gente que se acumulaba poderosamente detrás del barandal y a la cantidad notable de hombres que se saltaban la barda y corrían por la pendiente hasta la carretera para ver todo más de cerca, ávidos de dilatar su morbo, más que de saciarlo. Los comentarios iban y venían por entre la masa en una danza ordenada de gestos calamitosos que desaparecían una vez se asimilaba la figura que reposaba exánime sobre el pavimento. Abajo, a lado y lado de la avenida donde se arrellanaba Fermín, después que los agentes impusieran un simulado control, se levantó una ola de gente que crecía y decrecía a medida que llegaban más curiosos a espectar la escena de la sangre tibia que corría hacia el sur en el sentido de los carros, y luego se iban, satisfechos del banquete macabro. Pero el desmán era tal y el pasmo de la gente tan intenso, que la policía no lograba reaccionar radicalmente frente a la multitud; a pesar de haber transcurrido más de una hora desde el impacto, algunos entrometidos circundantes continuaban transgrediendo la barrera imaginaria del respeto morboso que otros observadores habían levantado con falsa prudencia y que los hacía permanecer sobre el andén derecho del carril. Mientras, los agentes con enorme trabajo desviaban el tránsito por un tramo de la vía que había quedado libre. Sin embargo, con la llegada del equipo legista y los de medicina legal se logró despejar un poco el cúmulo de buitres; ya empezaba a oscurecer y aún no comenzaban a practicar el estudio fotográfico ni la medición del espacio para la reconstrucción de los hechos; esto complicaba las cosas, teniendo en cuenta la falta de farolas en el lugar.

Finalmente la escena del levantamiento, en la que toman rápidamente a la víctima – o lo que queda de ella - y la enlatan en una vieja camioneta del municipio, se desarrolló sin problemas pero más bien con prisa, pues la ruta obstruida – en ese momento el tráfico se detuvo por completo - no se ramificaba en ninguna parte, y contando con que la ciudad era en realidad pequeña, tener taponado medio pulmón habría significado un caos, que aunque estúpido y evitable, nadie se habría esmerado en impedir.

La tarde desapareció completamente hacia las siete. Para entonces el río vehicular había recuperado de nuevo su cauce normal. Los investigadores y el equipo médico terminaron su trabajo pasadas las seis treinta. De acuerdo con el croquis y algunas pruebas recogidas, se reveló que Fermín Durán, un ayudante de albañil de 24 años de edad, obró imprudentemente al desplazarse en su bicicleta por una vía de tráfico grueso, aún cuando no estuviese expresamente prohibido, y que el impacto inicial se lo propinó un auto rojo conducido por una mujer, a quien Fermín sorprendió con su bicicleta por el costado izquierdo, lanzándolo así al estanque oscuro de la muerte bajo las ruedas del bus que ninguno logró esquivar. Su cuerpo fue trasladado a la morgue para su posterior reconocimiento y reclamación. En tanto, la ciudad se sumergía en la noche con una continuada tranquilidad, eliminando lentamente las últimas estelas de claridad que parpadeaban al oeste de la meseta, mientras los autos viajaban al sur, y los hombres retornaban, hartados de cadáver, a su grisácea impasibilidad de siempre.

Abril 19 -2004





Texto agregado el 20-04-2004, y leído por 230 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
26-05-2004 Esta padre, pero esperaba ago al final, pero ya viendolo como dice fanshop, es una buena crónica. Gatoazul
22-04-2004 Maravilloso te felicito, un beso. gatelgto
20-04-2004 ja, me gustó tu crónica. En realidad es eso, la crónica de un desconocido muerto, atropellado. ¿Una estadística? Un nombre para engrosar las listas? Conmoción y luego la apasible vuelta a la rutina blanda y triangular. ¿Has visto a las hormigas cuando les tapan su agujero?. Recordé eso, es tonto, pero no menos expresivo fanshop
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]