Los guías
En cada país en donde viajé tenía o teníamos, eso dependía si viajaba sola o integrada a un grupo, un guía de habla española. En Nepal teníamos a un hombre que estaba resfriado, y tosía y estornudaba todo el tiempo. Yo estaba sentada al lado suyo en el bus y temía contagiarme. Pero parece que a los microbios nepaleses no les interesaba una uruguaya, porque quedé inmune a su resfrío. En dos ocasiones que él tenía dolor de cabeza por el resfrío, con la ayuda de Dios le daba energía y se lo pude sacar. Pero el resfrío le quedó hasta el último día, por el cual se disculpó al finalizar nuestra estadía en Nepal. Ahí yo estuve inserta en un grupo uruguayo, que tomó otro camino para llegar a ese país pasando primero por la India que no me interesó.
Del Nepal viajé sola a Tailandia y fue buscada en el aeropuerto por un guía de habla española. Tenía dos mediodía salteados con él, por el cual me propuso de poner todos los paseos en un solo día, lo que me vino bien y segura que a él también. Estuve 4 días en Tailandia, así que el resto lo hice con guías que hablaban inglés, con cuyo idioma tampoco tenía problemas.
De Tailandia pasé a China. Nuevamente fui buscada en el aeropuerto de Beijing y llevada al hotel. A la mañana siguiente me inserté en un grupo de 7 parejas que hacían el viaje de luna de miel a ese país, y con dos primos argentinos. En total éramos 17 personas conmigo.
Lo único que sabía en chino era “she she” que significa gracias, con ese conocimiento se agotaba mi vocabulario, pero no tuve problemas, ya que muchos chinos sabían inglés, algunos más otros menos, pero me la rebuscaba cuando iba sola con una sonrisa y gestos.
No se pueden imaginar como una sonrisa amplia abre puertas. Por lo menos a mi me las abrió.
En chino el apellido va primero y luego viene el nombre, es decir al revés de la forma occidental de nombrar a una persona. Los apellidos son cortos y fácil de recordar, mientras que los nombres eran un trabalenguas y difícil de pronunciar. Por eso cuando los guías aprendían en la academia el español, los profesores le adjudicaban un nombre español. Tenía una guía que se presentó como Marta, otra como Lola, y la que teníamos en Beijing se apellidaba Fang que era fácil de recordar y pronunciar, así que la llamamos así. En las otras ciudades chinas tuvimos a “Rafael” de apellido Tu y en Guilin tuvimos a Luis Miquel, de apellido Li. Quiero dejar bien claro que el segundo nombre no está mal escrito, sino que en vez de una “g” le habían puesto una “q”. Su correo electrónico era “luismiquelli”. Parece que los profesores gustaban de los cantantes españoles y les daban esos nombres a sus discípulos. No tengo un gran recuerdo de los otros guías. Sabían la historia de las ciudades que visitábamos, de los templos, jardines y de cualquier cosa que nos mostraban. Pero el que quedó en mi memoria fue Li es decir Luis Miquel.
Sobre él voy a escribir aparte porque se lo merece. Li nuestro guía en Guilin.
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