Caminaba por la calle mirando el suelo, era la forma más fácil de pensar... porque en ese momento mi cabeza estaba confundida y lo único que necesitaba era ordenar las ideas. Qué era lo que tenía que hacer con todo lo que sentía? Era verdad que lo amaba más que a mi propia vida, pero su traición había creado un cráter en mi corazón y no sabía si podría verlo a la cara nuevamente, me desesperaba pensar que no lo tendría más a mi lado, pero no podía permitir que me humillara de esa forma. El orgullo y el amor estaban en una batalla sin tregua en mi mente cuando sentí un choque en el hombro, sólo atiné a pedir disculpas y al tratar de seguir me encontré con unos ojos conocidos. Era el hombre que antes había destruído mis ilusiones y al que en algún momento odié, pero en ese momento me di cuenta que ya todo ese sentimiento se había pasado, porque hace 2 años no veía a mi "ex" y hoy me lo topaba en medio de la calle, justo hoy cuando mi pareja actual estaba casi en su mismo sitial... Conversamos de su vida y de la mía, me dijo que tenía los ojos tristes y en ese momento no podía aguantar las ganas de llorar, pero me contuve, no sabía como tenía que reaccionar frente a ese deconocido que me conocía más de lo que recordaba. Le dije que fueramos a tomar un trago, ya eran más de las 7 de la tarde y me pareció pertinente, aceptó la invitación y fuimos a un local alejado del centro, pero muy concurrido. No sé por qué, pero sentía que estaba haciendo algo malo, sentía que estaba traicionando a mi pareja... pero me acordaba de su mentira y esos sentimientos se esfumaban.
Luego de varios tragos ya lo único que hacíamos era recordar los buenos momentos del tiempo que estuvimos juntos, casi 4 años de altos y bajos, pero en ese momento sólo los recuerdos buenos salían en la conversación. Me empecé a sentir algo mareada y el ambiente caluroso empezó a subir el tono de la conversación. A esas alturas ya ni recordaba que estaba triste, en mi mente sólo apareció un objetivo: sexo
Fui al baño y al pasar por su lado le susurre al oído "tengo ganas de portarme mal, podríamos recordar viejos tiempos" y seguí mi dirección. Al volver estaba de pie junto a la mesa, la cuenta estaba pagada y me dirigió a su auto. Sin decir nada llegamos a un motel, ese viejo motel que tanto nos gustaba visitar cuando estábamos juntos. Me bajé y el ritual que tantas veces hicimos se repitió, deja vu, seguíamos sin decir nada, sólo entramos y al pasar el umbral de la puerta nos desvestimos tan rápido como pudimos y nos lanzamos uno contra el otro, en una búsqueda desenfrenada de placer.
Mi cuerpo sudoroso se mezclaba con el suyo, tan caliente como lo recordaba; sus manos me tocaban entera, sin olvidar ningún rincón de mi cuerpo, y las mías sin saber que hacer recorrían su torso desnudo y palpitante. Por un tiempo olvidé todo y sólo disfrute del momento... sabía tan bien lo que me gustaba, conocía tan bien mis puntos débiles, me hacía gemir, chillar, gritar de placer... La lujuria invadía la habitación, mis labios juguetones buscaban su virilidad y lo hacía retorcer de pasión. Esa noche era capaz de todo, esa noche disfruté el momento.... Tenía todo su miembro en mi entrepiernas y cabalgaba para amansar ese semental caliente. Subía el orgasmo culposo por cada una de mis venas y por fin la explosión llegó, sentí que me derretía en su piel y la sabia de su cuerpo se hacía parte del mío... quedamos muertos, con los recuedos enredados y la mente revuelta...
Me vestí y nos fuimos... no dijimos nada... un desabrido adios fue lo último que le dije, sin intercambiar números, ni direcciones... todo había sido cosa de una noche, sin remordimientos...
Al entrar al departamento revisé mi teléfono y había más de 10 llamadas de Juan Pablo, decidí no llamar, sólo me acosté... mañana sería otro día y tendría que decidir muchas cosas: contar mi aventura o callar; perdonar o terminar; retroceder o avanzar.... pero esas serían decisiones de mañana, hoy sólo quería dormir...
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