La Luna es blanca
porque la haces empalidecer de envidia.
Desea ser como tu
por eso sale todos los días.

No deja de observarte,
pues en todos desatas la lujuria.
Cada amanecer ella muere
por no poder desahogar su furia.

Por siempre ha sido la más bella,
objeto de poemas y rimas.
Ahora eres su rival,
porque es a ti donde las miradas se destinan.

A ti no te hacen falta joyas,
no como a ella,
que para poder emularte
se rodea de cientos de estrellas.

Tu caminas por las calles
mientras ella lo hace por los cielos.
Unos pocos a ti te ven
y a ella cientos.
Pero eres tu quien despierta
más pasiones, deseos y anhelos.

Pero contra el tacto de tu piel
y la música de tus labios,
nadie sabe decirle que usar,
ni el más sabio entre los sabios.

La Luna vuelve a menguar
igual que mengua su alegría.
Sigue siendo blanca
porque sigue muriéndose de envidia.