El lunes amaneció nublado, tal vez lluvioso, el se despertó como siempre salvo por la ausencia de ese tipo de esperanza que lo invadía cada mañana y que lo hacia tomar el celular y enviar dulces mañanitas a la mas bonita.
La noche anterior se había dejado morir sobre la cama con su remera roja surrealista y lacrimosa. No recordaba sus sueños, y tomo sus pantalones que desmayados habían pasado la noche en el piso, se calzo sus zapatos y comenzó el lento devenir de su nueva y mediocre vida de viejo autismo y soledad con olor a naftalina.
En el tren y ya camino al trabajo escucho los temas que la llevaban a ella, pero con dolor sus dedos también buscaban ese blues del Carpo:


No se porque
imagine
que estábamos unidos
y me sentí mejor
pero aquí estoy
tan solo en la vida
que mejor me voy

Un viejo blues
me hizo recordar
momentos de mi vida
y mi primer amor
pero aquí estoy
tan solo en la vida
que mejor me voy.


Dejo caer su mochila en el mismo edificio de siempre, que aunque cambie de empresa lugar o compañía no dejaba de ser ese persistente prisma inhumano donde a costa de volverse gris lograba rescatar la paga de su subsistencia. Sus ojos no tenían el destello fulgurante de días pasados, había una opacidad de desconsuelo; es que ya no percibía su reflejo en el espejo, de su historia y de su vida.
Toma su atornilladora con la mano derecha, de la caja de cartón manchada de gasoil con la otra mano saca un tornillo de pulgada, presiona al gatillo y…bloommm

A esta altura, lector, si aun insiste en la empresa de leerme, se habrá dado cuenta que cagada es todo esto. Y comparto. Es lo que me espera mañana.

Cuando uno sabe de antemano lo que nos pasará en un futuro de sombras, la esperanza yace aplastada y casi sin aire por la insensibilidad de lo trágico.

¡E´ así nomais!