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A memoria de los caídos en el terremoto del 15 de agosto 2007 – Ica-Perú




Mi abuelo ya estaba muy viejito, un poco desfallecido, en sus ojos se podía ver todo un inmenso trayecto de vida y una ligera tristeza de soledad que encubría con modestia en su silencio. Ara un anciano de esos tiernos y divertidos que esconden una luz tras sus arrugas, de esos que a menudo te juzgan y se la pasan de amargos y gruñones todo el tiempo. A sus 87 años y pico, aún le quedaban fuerzas para andar de palomilla conmigo y mi hermanita; solíamos pasearnos por los jardines pillando mariposas e insectos, me gustaba pilotear su silla de ruedas y mecerlo, a él le fascinaba. Nos decía que no había que matar a los insectos ni a las mariposas, solo verlos y absorber su energía, no entendía mucho eso de energía, pero igual, viniendo de la boca de mi abuelo, todo era bueno, y era una delicia obedecerle. Tenía una drástica y tierna forma de defender la naturaleza, a veces exageraba mucho; decía que el planeta tierra era el cuerpo de Dios y la humanidad su alma, así de sencillo, a mi en la escuela me decían otra cosa, y no sabia a quien hacerle caso, en fin, era cuestión de inclinarme más a lo logia, por lo tanto, la ideología de mi abuelo sostenía mas lógica. Por eso-decía-se debía entablar y sostener una armónica relación con la naturaleza, había que reconciliarse con la tierra, el cielo, y el espíritu para tener una vida de concordia, respetando el derecho de vida que posean todas las especies, así como se respetan los derechos humanos en la sociedad, por lo contrario, la naturaleza hacía lo suyo para defender sus derechos, así como los universitarios violentan basándose en sus derechos, la tierra también protestaría con cierta violencia.

Ya sea una ideología de viejo supersticioso, yo le veía mucha coherencia al asunto. A mi abuelo nada le hacia mas feliz que verme a mi y a mi hermanita como fieles discípulas, nosotras le prometimos estudiar mas la naturaleza y sacarnos buenas natas en ciencias naturales, aún que Patricia-mi hermanita-no entendía mucho, se contagiaba con la paz que proporcionaba el buen vinculo con la naturaleza. Yo no pude haberme enamorado más de la naturaleza y la sabiduría de mi abuelo, aún que a mi padre le incomodaba y me trataba de loca por todo lo que hacia y hablaba, yo persistía en mi aprendizaje.

Por alguna extraña razón, mi padre y mi madre nos prohibieron toda relación con mi abuelo, no podíamos acercarnos ni hablar con él. Nunca entendimos por que, algunas vecinas especulaban que el viejo era una mala influencia para nosotras, y había muchos casos de viejos pedófilos. Para nosotras no fue fácil entender y acostumbrarnos a la soledad de nuestra vacía habitación, sin flores ni mariposas; nos sentíamos desprotegidas y aburridas, barny y sus amigos por el cable nos parecía un monstruo ridículo. Mis padres estaban todo el tiempo fuera de casa, no teníamos señal de su presencia hasta la noche; algunas noches llamaban por el teléfono para advertir su no retorno. Sin duda, una vida tranquila y de paz se había tornado de modo repentino a una vida muerta y de soledad.

Una tarde, cuando la añoranza en su cúspide amenazaba destruirnos, nos colmamos de valor y fugamos por la ventana que daba hacia la terraza; la escalera que unía al segundo piso estaba clausurada, por lo que dejamos nuestra independencia a medias; nuestro cuerpo menudo no podía escalar tal altura; pero gritamos invocando al abuelo, gritamos y gritamos con toda nuestra energía. Después de media hora de invocación, fracasamos, no oímos ni medio susurro, lo cual nos alarmó, conocíamos al abuelo y él nunca dormía de día, que estaría pasando? Optamos por salir a pedir ayuda a la calle, pero la vendita puerta estaba asegurada, Patricia seguía gritando al rato que lloraba. Estábamos desesperadas, no sabíamos que hacer, nos sentíamos encerradas.
En el preciso momento en el que decidí calmarme y buscarle una solución al rollo, sentí una vibración que emanaba de la tierra, cada vez con más violencia. Abrasé a mi hermanita, bien fuerte, le cerré los ojos, yo también cerré los míos, presionamos nuestros dientes para reducir el miedo mientras sentía que la terraza se acumulaba de cosas que derrumbaban del segundo piso. Estaba claro, la profecía del abuelo se había cumplido, la tierra estaba molesta, y tenía que cobrársela. Entonces, después de unos segundos sentí un dolor inmortal que duró unos segundos, y así aparecí aquí, a lado de Patricia y mi abuelo.

__¿Que otras cosas recuerdas ¿__ Dijo el ángel mientras se frotaba el mentón y acomodaba sus alas en la butaca.

Texto agregado el 18-05-2008, y leído por 136 visitantes. (0 votos)


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