Me encontraste en un difícil momento,
cuando aún mi herida sangraba,
y latente estaba la tristeza y el sufrimiento,
y en mi pecho el llanto aún se ahogaba.
Cuando a mis ojos sólo les quedaba llanto
y no había en mi ninguna sonrisa,
en la cual no creía en ningún santo,
y extrañaba las caricias de mamita.
Porque has de saber que aún siendo un hombre,
todavía añoro las caricias de mamá,
y sé que la vida es demasiado pobre,
desde aquel mes de abril, cuando se fue papá.
Que ahogado he traído el sentimiento,
y sin embargo, nadie parece comprenderme,
hasta me ha traicionado, ya mi último aliento,
y no ha venido hoy nadie a verme.
Pues cuando la suerte se te aleja,
hasta el que se dice tu mejor amigo, te deja,
y tal parece que no se oye tu voz,
y hasta de uno se olvida nuestro Dios.
Largos y negros se hacen los días,
llanto y tristeza son fieles compañeros,
se aleja con mucha prisa, la alegría,
y lo que tu escuchas ya no es sincero.
Ganas te dan de dejar para siempre este mundo,
y que se borre fácilmente tu recuerdo,
y no hay nada que te llegue tan profundo,
como el sentir que sufrirás, después de muerto.
Y hoy, precisamente cuando ya no tenía aliento,
ni ganas de vivir, y no creía en nadie,
Te lo había dicho,¿ Recuerdas aquel momento ?
te dije que no creía en las amistades.
Sin embargo, tú, con tu gran cariño
me devolviste aquella felicidad y alegría,
que ya añoraba desde que era niño,
y hoy lo recuerdo precisamente este día.
Gracias, mi linda y especial amiga,
por darme tu hombro para llorar en mi tristeza,
por compartir a veces mis alegrías,
y por confiarme una a una esas, tus penas.
El cielo premiará tu bondad maravillosa,
porque en tu corazón no existe maldad,
porque hasta hoy no hay espinas, sólo rosas,
porque ahora si puedo decir que hay amistad.
Has regresado la confianza a mi sendero,
porque yo no creía en el mundo entero,
y ahora quiero decir, para ser sincero,
que lo que me pasó, lo agradezco a Dios del cielo
|