Lúbrica, diáfana, en la noche de Asterión. Las puertas del Edén yacían al alcance de un beso. Un crisantemo adornaba sus flamantes pechos y un gorrión cubría el jardín que llevaba directo al Paraíso.
Texto agregado el 17-05-2008, y leído por 191 visitantes. (3 votos)