La poesía es una puta donde acuden los corazones con pupa y las almas que vienen sin abrelatas. La poesía es alérgica al polen sin denominación de origen, por eso cada vez que le regalan una rosa estornuda y si le nombras la primavera, la jodiste. Ya lo puedes arreglar después con un buen affaire… o pagar su peso en sexo.
Y es que a la poesía la rima le da grima, la métrica le parece tétrica y, al escuchar una oda, exclama: - Veeeeeenga coño, no jodas! - ... que ya esta bien de rapsodas sin pelotas, poetas de probeta y peluquín. Joder, que ella será puta, sí, pero de postín.
La luna, otra puta. Envidia tiene de la poesía, porque le roba los clientes. Pero eso, a la poesía, se la suda. Para ella la Luna no es más que otra gota de semen en el océano de la noche. La luna, como dice ella, para los astronautas o para estrellas de confeti… que no, coño, que ella prefiere menos pedigrí y más D.N.I., menos honey honey y más money money…
Y todo esto lo sé yo porque la puta poesía es mi vecina. Eso lo sé, como ella sabe lo que me gusta observarla mientras tiende sus braguitas. Lo que ella no sabe, es cómo me pone… cuando se las quita.
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