Y ahora he notado, casi por casualidad, que la vida se encarga minuciosamente de cambiar a las personas de manera lenta y cuasiestática.
Aquellos que fueron románticos e idealistas se han vuelto conformistas, aquellos que tomaron riesgos ya no lo hacen y eligen la seguridad de los trabajos poco gratificantes y de las actitudes políticamente correctas. Las personas que tenían pasiones, las cambian por la comodidad de una vida sedentaría y monótona.
La seguridad de la vida que se ha logrado no provoca que tu corazón salte de emoción. La inercia de una relación de pareja cómoda pero tediosa, no te obliga a tratar de sorprenderla o emocionarla con alguna pequeñez de vez en cuando.

Es claro que casi todos caemos en lo que la vida te va imponiendo, y que de manera cuasi irremediable nos vamos adormeciendo en la vida que, con anterioridad, nunca quisimos. No es simple lograr darse cuenta de ello, y tratar de remediarlo es aún más complicado.

Pero yo no quiero bailar tregua, ni bailar catala, quiero sacar mi caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de una tortuga dibujar una golondrina…