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Una mañana se aburrió de verle la cara, solía dormir siempre para el mismo lado, con la misma polera de pijama y con el estruendoso ronquido que cada noche le recordaba el insomnio que mantenía entre la almohada y su cabeza hace ya un buen tiempo. Se cansó de su mal humor cuando su equipo de futbol no llegaba a las clasificatorias y de su poca comprensión sexual, porque nunca entendió que si se compraba un pijama delicado de encajes y transparente, no era para satisfacer su propio deseo de compra, si no para que juntos lo disfrutaran en la cama, pero nunca la entendió y siempre le decía:
-Yo no sé para que te compras esas tonteras, si después te entumes de frio y te vienes a la cama a pegarte como lapa a mí.
Nunca la entendió y por eso la perdió esa mañana, después de que en la noche el colocolo no llegara cuartos de final, sumado a que no le gustó la cena que le preparó por el aniversario que jamás fue capaz de recordar y que no le tuviese más que un comentario flojo con respecto a la nueva planta que su mamá le mando de regalo a la querida nuera que no era lo que quería para su hijo.
Así fue como esa mañana se levanto mucho antes que él, con el pensamiento de su madre diciéndole: “en el matrimonio todo es; contigo pan y cebolla”. Se dio una larga ducha, se puso el pantalón de jeans que se compro y nunca se atrevió a usar, bajo el pretexto de que una mujer casada no usa pantalones así, la polera de la universidad que siempre la hiso verse bien y las zapatillas negras que usaba para hacer el aseo. Tomó su billetera y le dejó una nota en el refrigerador que decía:
“Adentro hay comida para tres días, como nunca me diste hijos, no tendrás de que preocuparte, ni hacerte cargo de nada, por mi, que las plantas de tu mamá se mueran. Me cansé de ti, te has convertido en el hombre con el que no me quería casar, estoy aburrida de prepararte pollo con papas fritas todos los fin de semanas, de planchar las camisas y los pantalones como lo hacías tú en el servicio militar, de las toallas blancas en el baño, de tu mamá y sus plantas y de que ronques todas las noches. De ti no quiero nada, plata tengo y me puedo mantener, no me llevo nada porque de acá nada es mío. Me voy a buscar alguien que me entienda en la cama y que sepa que “esas tonteras” que me compro se llaman baby doll y que son para tener una noche de sexo divertido, si no vuelvo es por que lo encontré y Dios me bendiga por eso, y si vuelvo es porque sigo siendo la misma tonta de hace 10 años, la misma tonta que se casó pensando que contigo a puro pan y cebolla se vive el matrimonio”.

Texto agregado el 16-05-2008, y leído por 127 visitantes. (1 voto)


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