(Para EL RETO NRO. 6)
Un día más, una tarde más igual que tantas otras… Son las seis y treinta de la tarde y ya la cocina luce como si la hubiese atravesado una estampida de Mamuts arrasando todo a su paso. Mientras la limpio, chequeo que todo esté dispuesto tal como te gusta: Tu enorme filete en el horno, tu jugo de cactus en la refrigeradora. Sólo falta que irrumpa tu inmensa humanidad a devorarlo todo.
Afuera tu hija gatea de un lado para otro, sabe que en poco tiempo un portazo anunciará tu llegada y recibirá su dosis diaria de 5 minutos de cariños de papá: Un par de bruscos jamacones, tres lanzadas al aire, un poco de cosquillas y de nuevo al piso. Con eso bastará para ella, se marchará sonriente y satisfecha, como si aprendiese a conformarse desde pequeña con la cuota que le das.
El resto ya es historia conocida… -“Hola querida: ¿Que hay de cenar?, muero de hambre… el día en la cantera estuvo terrible… ¡maldito Señor Rajuela!, hoy me pegó un buen regaño por haberme extendido a la hora del almuerzo. Mañana vhñññy a tñer qhhe añmlzr rñpido…” tu conversación se hará menos inteligible mientras engulles tu enorme filete de brontosauro… aunque a decir verdad el tiempo siempre es más bien corto, porque comes con una velocidad impresionante. Luego, mientras recojo los platos, te acercarás y besarás suavemente mi frente… “Gracias querida, la cena estuvo deliciosa…” Ese probablemente será nuestro más fogoso encuentro en la semana…
Luego de llamar al enano por cuernófono me dirás que es noche de bolos o hay reunión en la logia. Y te irás, sin siquiera tomar tiempo para bañarte y cambiar tu traje naranja. Yo quedaré nuevamente en casa, viendo morir el tiempo frente al televisor, resignada…
De nada servirá que esta noche me arregle, que use una minúscula prenda bajo mi pijama y deje la pierna descubierta sobre la cobija. Llegarás a oscuras, sentiré los ruidos torpes que haces al desvestirte y escucharé el sonido del colchón mientras te acuestas en la cama de al lado, a metro y medio de mi piel ingenua que a pesar de todo te espera ansiosa cada noche, de mis manos que tratan inútilmente de suplantarte, de mi mente que te trae hasta mis dedos mientras hurgo dentro de mis ganas en tu nombre… Cuanto daría porque fueses realmente tú… Pedro… ¡Pedro! ¡PEDRO!… ¡YABA DABA DOO!!!
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