Despues de mucho tiempo de no publicar escritos aqui vengo con un experimento que hago jeje, si quieres pueden ayudarme dandome despues sus opiniones. La idea es que mientras lean el siguiente cuento, escuchen la cancion del link: http://www.deezer.com/track/92554
El cielo se oscurece, las nubes una vez blancas se van volviendo oscuras y rojas, muy rojas casi parce sangre que recorre el negro cielo encima de mí. Tengo miedo pero no puedo moverme, veo a mi alrededor hay gente corriendo, escapando de Dios sabe que; otras personas parecen hipnotizadas mirando a todos lados sin poder moverse. Suenan fuertes rayos y truenos a la distancia, caen al suelo pero no puedo ver donde, se sienten cada vez más cerca y con cada uno el cielo se ilumina, como un cielo de pesadillas. El miedo me inunda una vez mas, deseo correr escapar de todo esto pero no me puedo mover, hay algo que me impide dar un solo paso.
Empieza un fuerte terremoto, veo a la distancia como los edificios se caen a pedazos y las casas que están cerca a mi se desploman como si fueran de papel. El suelo se abre, empiezan a aparecer huecos profundos en todos lados alrededor de mí; en su interior sólo puedo ver fuego, un fuerte fuego que se alza por encima de todo, cada vez más y más alto. El calor que emanan es sofocante, casi no puedo respirar, es cuando por fin reacciono y empiezo a correr, no se hacia donde corro pero es lejos de aquel lugar, el problema es que a donde mire todo es igual. Veo personas que han caído en los huecos y se queman, siento su agonía y sufrimiento, hay unos que están en los bordes aferrándose con todo lo que pueden a su vida, pero en vano por que pareciera que una fuerza sobrehumana los jalara hacia abajo, todos huyen o tratan de salvar a los que pueden, para ser luego arrastrados hacia lo profundo.
Llego a un claro, parece que no hay nadie por aquí y voy avanzando lentamente mientras subo una suave colina cuyo pasto una vez verde está ahora quemado. Al llegar a la cumbre no puedo dar crédito a lo que mis ojos ven, el resto del claro está lleno de cuerpos. Todos están desmembrados, cortados, mutilados... ¿Que ha sucedido aquí? Me pregunto, puedo ver que hay aún algunos movimientos, supervivientes de la masacre. Nuevamente los hoyos de fuego se empiezan a abrir en el claro y los cuerpos caen dentro de las llamas. No puedo moverme mientras veo como todo va hacia abajo, hacia el dolor y el sufrimiento que hay ahí dentro.
“Dios mío ayúdame” grito desesperadamente al cielo mientras caigo en mi rodillas y empiezo a llorar desconsoladamente. “Dios no está aquí, el se fue hace mucho, ustedes lo botaron” escucho decir atrás mío, cuando volteo la imagen que se presenta ante mí hiela mis huesos, aún en ese gran calor que hay ahí, hay un hombre con una gran capucha negra sobre su cabeza, no puedo verle el rostro pero la oz que lleva en su mano me dice todo. La muerte, aunque nunca creí en esos cuentos de niños era muy difícil no creer ahora viendo lo que estoy viendo. Lentamente levanta su mano y puedo ver un dedo que me apunta acusándome o seleccionándome. El putrefacto dedo de aque ser me apuntaba, por el miedo no pude aguantar más y salí corriendo de ese lugar mientras una risa macabra y burlona sonaba a mis espaldas mientras me alejaba tan rápido como mis piernas me lo permitían.
Corrí en dirección contraria, por donde había estado antes, pero todo era raro no reconocía nada. Calculo que debo estar en lo que es, o era, la plaza principal de la ciudad pero no es así según me dicen mis ojos. Todo está derruido, los hoyos de fuego cubren todo lo que fue alguna vez un verde pasto y lo que alguna vez fue la majestuosa catedral de la ciudad ahora esta convertida en algo peor que una casa de espanto de la peor pesadilla que nunca haya tenido. Me acerco lentamente a la catedral y empujo la puerta en busca de asilo a esta pesadilla, pero no lo encuentro ahí. Por dentro está completamente convertida, las grandes sillas para sentarse ya no están, donde solían haber imágenes religiosas o esculturas de santos ahora hay cuerpos maltratados y mutilados pegados en las paredes y en muebles que parecen de tortura. Aún se mueven y en sus caras, o parte de ellas, se refleja el absoluto dolor que sufren.
Cuando llego a un pilar puedo ver el que antes fue el centro de la catedral, el altar. Pero ya no es así en su lugar hay una gran silla y sentado en ella un ser que me hipnotiza apenas hago contacto con sus ojos. Sus ojos de fuego me controlan y yo me inundo de terribles sentimientos; ira, dolor, pena, codicia, odio, temor... desesperanza. No veo mas que los ojos del ser mientras este se acerca a mí, no puedo ver nada más que sus terribles ojos mientras voy susurrando “Dios mío ayúdame” y mientras resuena en mi cabeza las palabras de la muerte “Dios no está aquí, el se fue hace mucho, ustedes lo botaron”... aún así sigo repitiendo. |