El primer emperador chino Qin Shi Huang hizo asesinar a todos los intelectuales de su reino, mandó quemar todos los libros y decretó que la historia empezaba con él. Solo un sabio quedó vivo. Se sabe que era un artesano de Macao y que como gratitud al emperador fue el artífice de los guerreros de terracota que custodiaron la tumba del supremo, cuyo mausoleo se construyó durante cuarenta años.
Algunos autores de Islandia, como Nill, aseguran que su nombre era Tyu Tionl.
Los historiadores del emperador escribieron que antes de él no existía el día ni el arroz y que Qin Shi Huang pidió al artesano de Macao que construyera una estatua que representara la unidad y el esplendor de su reino.
El hombre trabajó con la premura de la espada sobre su cuello.
Tuvo muchas ideas y todas fueron despreciadas por Qin. Solo un proyecto lo convenció.
El artesano y un ejercito entero trabajaron para concretarlo.
10 años más tarde, Tyu Tionl depositó el sol en el cielo para que representara por siempre todo el poder y la gloria del primer emperador de la China, Qin Shi Huang.
Yo quisiera haber inventado la luna para que representara la belleza de tu mirada en el cielo, pero ya existe, igual que las estrellas, el vino, los espejos y la seda. Me queda imaginar que puedas leer estas palabras y se dibuje una sonrisa en tu boca.