Crujen como esclavos sublevados del tiempo las manecillas de los relojes destrozados, que algun día dormitaron pacientes y anhelantes a la llegada de tu alba.

Escondidos y enterrados en el frío hielo del tiempo, están sus antepasados, dorados segundos valientes que nunca dudaron en ser siquiera un troyano de las noches de invierno.

y es que ahora los observo claramente, como viví durante un tiempo sumido en una guerra tremenda entre mis propios y efímeros intentos de crear una realidad con segundos de mentiras. Carentes de entrañas y de las palabras como sueños... Hoy que han roto sus cadenas aquellos falsos cautivos del tiempo, puedo escarbar en el campo de batalla de aquellas noches nubladas y canciones diluidas en tu esencia.

Caminando con pies desgarrados logro entrever por los cristales sangrientos de aquel piso de mentiras asquerosas, los versos de las hojas prohibidas que subyacen arrugados y manchados bajo los cuadernos del pasado.

Y los nuevos esclavos del tiempo desaparecen al momento de destruir los relojes, y hoy puedo sin miedo devolver aquellas hojas donde deben, porque el miedo al frío infinito de tus ojos ya no es más que una simple silueta vagante.

Hoy ya no sangran los grilletes y te veo, libre, como escribiera hace tanto tiempo antes de haber dejado de ser yo mismo...