La puerta se cerró, atrás quedo ese tiempo, para siempre, de esa historia que vivió y sufrió intensamente, duramente, que dejaron cicatrices que quién sabe cuando cerrarán.
Era diciembre de 1986, por fin entraría en casa de Inés, largo fue el escarceo amoroso que lo llevó a estar casi implorando su amor, pero por fin el día llegó.
Su mejor traje, la camisa planchada con esmero, hasta fue al peluquero, todo tenía que estar bien, el aspecto si que importa, pensó en todo lo que diría a los padres de ella, sobre sus intenciones, sus esperanzas en fin, su mente funcionaba a toda velocidad.
Las presentaciones fueron amables, Inés se mostraba dócil y amena, Jorge, a su vez trató de mantenerse sereno y afable, hablaron de temas variados, desde política hasta fútbol, todo tuvo un comienzo auspicioso.
Martes, jueves y domingo, fueron estipulados como días de visita, el domingo estaban las infaltables pastas amasadas por mamá, los martes milanesas y los jueves iban a la pizzería cercana todos en familia.
Hasta aquí todo normal, hasta que un día, María, la madre de Inés, aprovechando la ausencia de ésta, se insinuó casi groseramente a Jorge, éste en un principio quedo congelado en su sitio, la verdad que la situación lo superó y no supo que hacer, y salió de la casa confundido, esto fue el martes, el jueves, Inés le dice que se reunirá con sus amigas del secundario, pero que lo esperara en la casa que a eso de las diez llegaría y podrían salir un ratito.
Jorge llegó puntualmente, y al abrirse la puerta no sin sorpresa vio a María, muy ligera de ropas y sonriente que le dice, dale tenemos dos horas libres, mi marido está de viaje y como sabés Inés viene a las diez.
Jorge realmente no sabe que pasó, pero fue una hora de sexo intenso como no había tenido nunca.
A las diez estaba sentado en el living mirando televisión y María cocinando, el llegar Inés todo se desarrolló en la forma habitual, cenaron y luego salieron a caminar un rato en la tibia noche otoñal.
María comenzó a ser exigente, al principio Jorge disfrutó realmente de ese engaño, pero lentamente sintió que su vida estaba en riesgo, su amor por Inés flaqueaba, la pasión de la madre lo aturdió por completo, había comenzado a tener relaciones con Inés y eso complicó aun más su vida.
El martes aquel en que Inés le comunicó su embarazo fue el desencadenante de una reacción que lo llevó poco a poco a pensar cosas horribles, hasta asesinar, si fuera necesario.
Como era lógico María se enteró del embarazo de Inés, entonces su relación con Jorge se volvió tumultuosa, desde querer que la embarazara a ella hasta amenazarlo con decirle a Inés de su relación.
Las noches de Jorge se hicieron terribles, no lograba conciliar el sueño, su mente divagaba en alocados pensamientos.
Ahora lo único que quedaba era poner la mayor distancia entre esa casa y su vida, los diarios de la mañana traían la noticia del hallazgo de la madre e hija muertas aparentemente por un escape de gas.