Nepal
De casa me había llevado un bolso mediano que podía colgar en un hombro. Con el quería hacer las excursiones. Tenía lugar para mis documentos, algo de comida, una botellita con agua, y otras cosas que las mujeres solemos llevar. Pero al llegar a Nepal, el cierre principal del bolso dejó de funcionar.
Como el día anterior habíamos visitado un templo y pasamos por una plaza en la cual había negocios y vendedores ambulantes, decidí ir al día siguiente a ese lugar. De tarde pregunté en el hotel cuánto me saldría un taxi hasta esa plaza, y me contestaron que 3 dólares. Además me sugirieron de tomar uno que tenía parada en ese hotel, lo que me pareció muy acertado.
Así que en la mañana siguiente bajo y llamo al taxi. Le pregunto por el precio hasta la plaza y me dice que son 10 dólares con una hora de espera. El que me dijeron otro precio en el hotel no le interesó, así que decidí no tomarlo y me fui directamente a la calle. En ese momento se me acerca un taxi, se ve que estaba esperando cerca, y le pregunto cuanto saldría el viaje hasta ese lugar. Son 5 dólares con una hora de espera me contesta el taxista un muchacho joven. Bueno pensé, no son 3 pero tampoco 10, así que lo tomé. Mientras estaba siendo llevada hacia la plaza, pienso que encontrarlo de vuelta me sería muy difícil, así que le digo al taxista que si no regresaba en una hora que se fuera, que yo me tomaba otro taxi para regresar. Llegamos cerca de la plaza, me bajo, el taxista también. Le quiero pagar sus 5 dólares, pero me dice que los guarde. Cierra el taxi y comienza a caminar y yo detrás. Anteriormente le había dicho que lo que quería comprar era un bolso y dos remeras que dijera Nepal como recuerdo. Sigue caminando y entra a un negocio que vende bolsos. Habla con el vendedor y le explica lo que quiero. Me muestran bolsos grandes, chicos, y al fin me muestran uno del tamaño que yo quería. Pero el precio era de 25 dólares, que me pareció un robo. Así que seguimos recorriendo y entrando a un segundo negocio, el precio siguió alto, como también en el tercero.
Así que el taxista me sugiere llevarme a un barrio donde no van los turistas y donde los precios son pagables, además que se puede siempre pedir rebaja.
Nuevamente entro al taxi el arranca y mientras viajamos empiezo a pensar (reconozco que un poco tarde). ¿Qué estás haciendo? Estás en un país que no conoces, con un idioma que no hablas, con un taxista que no es del hotel. Así que decidí mirar donde me llevaba, y si comenzaba a ver que las casas se hacían más escasas, pensaba saltar fuera del taxi. Que con eso me rompería todos los huesos del cuerpo, no llegó hasta mi conciencia. Mientras estaba pensando en las alternativas, el taxista paró enfrente de un portón. Miro hacia adentro y veo todo lleno de pequeños negocios, uno al lado del otro. El primero a la izquierda vendía bolsos, así que el taxista comenzó a explicarle al dueño lo que quería. Me comenzó a bajar bolsos que eran como yo necesitaba. Ahora venía la cuestión del dinero. Cuando el taxista terminó de hablar el precio había bajado hasta 5 dólares. Así que ya tenía el bolso. Ahora las remeras. Entramos a uno de los stands, pero el algodón era de mala calidad, en otro no decía Nepal, al final llegamos a uno que tenía lo que yo buscaba. Buena calidad de tela, se veía los ojos de Buda y decía Nepal. En otro había un Mandala y también decía Nepal. Mi idea era comprar dos, pero como el precio bajado por el taxista fue tan conveniente, compré tres.
Cuando terminé de pagar, le digo al joven que me llevara de vuelta al hotel. Cuando llegamos le pago 5 dólares para la ida, 5 para la vuelta y 2 de propina. El muy satisfecho y yo también de haber ahorrado dinero y tiempo gracias a ese taxista tan amable y servicial.
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