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Decidiste tomar tu propio camino, no te lo reprocho, de hecho me siento orgulloso de tu acto espontáneo, que rayó en lo egoísta. Te fuiste una mañana, hace ya dos años, me dejaste una sencilla nota sobre el velador. Nada que pudiera hacerme creer que volverías, fue solo una noche, lo acepto, pero tú debes aceptar que fue tu mejor noche. Aun puedo recordar tus labios sobre mi cuello o sobre mi espalda, rogándome que dijera tu nombre… tu nombre… suena tan lejano ahora, aunque lo diga mil veces tratando infructuosamente de invocarte... de nada sirve. No vendrás… no cruzaras la puerta, no caminaras hacia mi y me besaras con cariño… una noche... solo una noche me hizo sentir la necesidad de ti por toda la vida…
Hoy recuerdo esto porque he visto tu rostro en un gran cartel, pegado en el frente de un edificio… tus labios abiertos, la mirada seductora… sosteniendo a una mujer posesivamente mientras unas gotas de liquido rojo caen por tu pecho… perfume, aun, incluso puedo recordar tu perfume; ese sutil aroma a tabaco y madera… sumado a tu propio olor… un olor calido y gentil… el olor que lograba una completa ceguera a mi mente racional.
No sé por qué te bese esa tarde, mentiría si dijera que no me lo he preguntado en mas de 100 ocasiones sin llegar a nada cierto. El punto es que te bese, en esa pequeña sala oscura donde revelaba mis fotografías de cuerpos níveos, delgados y desnudos. Aun siento tus labios sobre los míos, esa caricia lánguida y apetecible de nuestro primer beso. El sabor de tu lengua sumado a algunas gotas de tu sudor se cuelan aun por mi garganta despertando todo lo que creía olvidado… solo una ilusión, no estas realmente aquí para que mi piel toque la tuya y nos fundamos en ese apretado, asfixiante beso de primerizos.
Si cierro los ojos y me concentro en ti, puedo delinear tus músculos, acariciar los pectorales y guiar mis manos hacia tus brazos, rogándote que entres más hondamente en mí… que me llenes de todo eso que me falta. ¡Maldita necesidad de ti! Mil veces maldito aroma embriagador, maldito cuerpo calido y protector… maldito tu.
Sonrió internamente… debería maldecirme yo… despegar tu imagen de mi mente, tu aroma de mi nariz y tu sabor de mi boca… negarle a mis manos el querer dibujar tu silueta en la almohada y, más aun, tocar mi cuerpo pensando que eres tu quien lo hace… debo dejar de bañarme soñando que estas a mis espaldas y que observas cada uno de mis movimientos… ¿mis movimientos?... no, he cometido nuevamente ese pequeño error… ahora nada es mío, porque luego de esa noche hace dos años, todo te pertenece a ti… alto hombre de cabellos azabache y ojos profundos como la noche sin luna… piel bronceada y suave…. Tan exquisitamente suave y dulce… dulce como tus manos… manos de hombre: grandes, fuertes… Que pudieron destruirme sin necesidad de presionar con demasiada brusquedad… y a la vez, lograron meterse en mi alma, en lo mas hondo de mi ser… solo con esas caricias delicadas, sutiles… Como el paso de la seda por el cuerpo.
Miro hacia la ventana y veo otra propaganda tuya… últimamente apareces en los lugares más insólitos… vistiendo un pantalón y una polera, sonriendo a la nada o besando a una mujer en el cuello promocionando el más embriagante perfume… tu vida esta hecha… ¿y la mía?.... mi vida, mi maldita vida se quedo estancada entre tus brazos, te llevaste mi esencia, la robaste con besos húmedos y silenciosos... como un ladron de guante blanco… quiero decir tu nombre, pero en este momento, no me siento en condiciones de invocarte como cada noche… cierro la cortina, no puedo continuar viendo tu mirada profunda y arrogante… me hiere esa lejanía… pero a la vez me agrada.
Están tocando el timbre… pienso detenidamente si puedo levantarme del suelo y abrir al extraño que intenta apartarme de tus recuerdos. Decido abrir… me levanto lentamente, tratando de que mi piel se acomode a mis músculos, sintiendo como los miembros entumecidos tratan de despertar dolorosamente. Abro la puerta despacio… esto es una ilusión… tal como esas enfermizas escenas en mi cama o en la ducha… allí frente están tus ojos profundos, tú aroma a tabaco y madera… abres los labios y tratas de sonreír, pero solo sale esto de tu boca: "te he estado buscando Diego… desde hace dos años que te he estado buscando". Sonrio para mi mismo y siento tus brazos alrededor de mi cintura… esto no es un sueño, estas aquí, frente a mi, amoldando tu cuerpo al mío, derritiéndome con tu aroma… ¿podremos ser uno nuevamente?... cierro los ojos con fiereza y cobijo mi cabeza en tu hombro… da igual… me conformo con una noche… igual que hace dos años.

para ti... mi adorada Yukihito

Texto agregado el 13-05-2008, y leído por 158 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
11-06-2008 Me parece mezquino que no hayas recibido estrellas por este cuento de una gran fluidez, que se deliza suavemente con una elegante sensualidad. Tal vez me quede alguna duda sobre la cuestiòn de gènero que sugerirìa una relaciòn homosexual ¿Es asì? ollitsak
 
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