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Bajaba las escaleras al salir de clase con la intención de pasar mi hora libre jugando al mus con mis colegas. Compré una coca-cola y unas bolsas de gusanitos y triskis para pasar el rato y fui a la mesa donde estaban. Me senté saludando y me di cuenta que estaba una tía que había visto un par de veces, pero con la que no había hablado en mi vida. Decían que estaba un poco loca y que se les acoplaba en los intercambios de clase. Justo después de saludar se levantaron todos diciendo que se iban, porque iban al cine a ver no se que peli, dejándome allí solo con mi coca-cola y mis bolsas de golosinas. Les intenté convencer de que se quedaran pero nada. En esto, la tía rara les dice: -venga no nos dejéis solos-. Y yo pensaba -¿qué dice esta tía? Ni que yo estuviera con ella, si no la conozco-. Pero ella hablaba en plural y empezó a hablarme. Entonces tuve que resignarme a pasar un rato con ella. La dije que en lo que acabara de tomarme el refresco y me comiera las bolsas me iría a la biblioteca a hacer un trabajo.
En lo que se fueron estos, la tía me empezó a contar su vida y obra en verso, llorándome de lo depre que estaba y de lo mal que le iba la vida, que nadie la quería, que no tenía amigos, que el trabajo le iba fatal y no se cuantas cosas más, a cada cual más triste. Yo estaba flipando, pensaba que quizás hubiera una cámara escondida y esto fuera una inocentada o algo así. No podía creer como esa tía que no me conocía de nada me estaba contando todo eso a mí. Me sentía el tío más tonto del mundo, escuchando a una loca, quería desaparecer de allí. Ella me decía que estaba muy agobiada con las clases y el trabajo. Yo la dije, quizás para no verla una temporada, que dejara de venir a la facultad en unos días y disfrutara un poco de la vida.
Yo, después de darle este sabio consejo, di por zanjada la conversación, diciéndola que debía ir a la biblioteca. Ella asintió diciendo que ya me había dado demasiado la paliza. Yo la dije que no importaba, ¡y un huevo que no importaba¡, vaya rato me hizo pasar. Subí las escaleras hacia la biblioteca con muchos gases, gracias a beberme la coca-cola con tanta ansia, y pensando en que jamás me había comido una bolsa de gusanitos tan rápido en toda mi vida.

Texto agregado el 19-04-2004, y leído por 183 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
20-06-2004 Esto es una historia bastante aterradora.Simpática y real, y no porque crea en lo que cuentas (que lo creo) también porque a mí me han sucedido cosas similares. luciernagasonambula
12-05-2004 ¡Caray, Sergio! pobre chavala ¿no? menard
 
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