Las palabras del viento suelen desvanecerse y las ilusiones rumorean entre los corredizos de un bosque que se ha convertido en ciudad.

Las espadas se han envainado y los sufrimientos han sido ahogados por quienes creen que el poder es creación de ellos, apagando las luces de un escenario a la espera de un nuevo acto.

¡No acallen las mentes, aún el cielo puede rugir!, ya sin la falta de armas que quiebren la tierra, sino con los espíritus que ansían ser libres de toda atadura: física, emocional, y cultural.

¡Libera el pensamiento, que hará despertar al universo, y a todos sus actores!, necesitamos que las palabras se unan con la acción, y repercutan hasta en la piedra más pequeña, y llegue a todos los confines de la humanidad.