La butaca de la sala de espera me hace un gesto pornográfico. Quiere que ponga mi culo encima de su cara, así que la miro y lo hago.
No me gustan los hospitales pero he venido a acompañar a mi padre que se dedica a leer el periódico hasta que le toque el turno. Él se sienta frente a mí. A su lado tres sillas vacías pero ocupadas por tres espíritus de enfermos errantes… Cuánto mal nos ha hecho la peli “Ghost”, ¿verdad?
Desde que llegué no he podido quitarme el nudo de la garganta…, ni siquiera tragándome la lengua para intentar deshacerlo pacientemente con ella. Imposible.
En la cafetería del hospital he visto a dos chicas abrazadas y llorando desconsoladamente… Me habría gustado unirme a ellas. En vez de eso me dediqué a pedir una ensaladilla rusa y una catalana de jamón… Mis lágrimas me las comí de postre. No me sientan bien, me dan acidez.
Aqui, en la sala, se respira un aire repleto de palabras tabú, de explicaciones no dadas, de aparente calma, de una tranquilidad nerviosa, de una asepsia manchada…Y, mientras, en mi mp3 suena Radiohead en acústico. Llego a la pequeña conclusión de que la vida a veces duele como si fuera la desgarrada voz del cantante de Radiohead… Duele como cuando te aprietas las sienes y sigues apretando, y aprietas más fuerte porque, seguramente, la vida te duele parecido a eso y, sin embargo, sigues apretando más todavía.
Llaman a mi padre por megafonía. Le toca el turno, y a mí me toca esperar. Junto a mí se levanta el espíritu de una señora canosa y se sienta el desasosiego.
Me he dado cuenta de que me parezco más a mi padre de lo que yo creo…, lo cual me da más miedo que el aseo para inyectados que está a mi derecha o incluso que el poster del niño de la pared que me manda callar con un "¡Pssszst!".
Debe ser muy raro eso de meterte en una especie de tubo y estar diez minutos sin moverte mientras una máquina te espía por dentro y te hace fotos en contraste con los líquidos que te han inyectado dos horas antes… A veces la vida parece eso, un mero tubo en el que estás sin moverte un buen rato mientras te hacen fotos poco favorecedoras. Aunque quien dice un buen rato dice media vida, claro.
Abro el periódico que me ha dado mi padre al irse y en la sección de crucigramas leo: “Confianza en que ocurrirá o se logrará lo que se desea”. Nueve letras.
“Esperanza”, escribo.
|